🔞❢ 🇲🇽 × 🇮🇹

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𖠺 Lovino y Alejandro siempre se están dando en la madre, hasta en el sexo.
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Una embestida tras otra.

Un gemido tras otro.

Una maldición tras otra.

Unas risas roncas y un poco estruendosas resonaron por toda la habitación, el sonido de pieles chocando le acompañaba.

—¿Ves como ya te estás comportando como una puta? —. Lovino, susurró en el oído del mexicano.

Este acompañó su risa, entre jadeos, mientras seguía apoyando sus manos y frente sobre la pared. No aceptaría qué Lovino le hacía temblar de placer. Jamás.

—¡Ja! Como si pudiera sentir tu pito chiquito. — Dijo Alejandro, de manera muy vulgar, cosa que enojó al italiano.

—¿Ah, sí? ¡Siente esto bastado! — Lovino aumentó sus estocadas, veía como México se retorcía y alzaba su cabeza hacia atrás, por el mero hecho de sentir como el miembro de Italia Sur, llegaba hasta su punto dulce, martillandolo sin piedad. —¿Qué me dices ahora? — El italiano veía con una sonrisa satisfecha al mexicano, ahora si que no se podría resistir, o eso pensaba.

—Comparado a la verga de Ludwig, estoy sintiendo apenas un piquetito. — Mintió, haciendo enojar a Romano. Lo sabía, México sabía que odiaba a ese mastodonte con patas y aún así, se atrevía a sacarlo en la conversación.

—Apuesto a que ese mastodonte patatero no puede hacerte lo que yo. — Gruñó enojado.

Cargó las piernas de Alejandro, aún sin salir de  él y se aproximó al escritorio para sentarse, con México sobre él, de espaldas. Comenzó a mover las piernas y sus caderas, ahora él mexicano lo estaría sintiendo en lo más profundo de su ser.

Alajendro, ya no pudo evitar las convulsiones, a este punto, evitar decir que Lovino era mejor que cualquiera era imposible.

—¡Lovino! ~— Por primera vez, México gemía su nombre.

—Veo qué tenía razón, eres una zorra sin control, ¿Verdad qué sí, amore mio? — Lovino lanzó su risa otra vez contra el oído de Alejandro y aumentó las estocadas, más y más.

Sintió como el agujero de México se empezaba a contraer, estaba a punto de correrse, lo sabía. Le giro, pero en ese mismo momento, Alejandro le dio una bofetada. Él no se detuvo, siguió en lo suyo, mientras el mexicano besaba en donde había golpeado a Lovino, soltando gemidos guturales de vez en cuando.

—Cállate culero, déjame terminar. — Alex tomó la oportunidad para ahora, él musitar en el oído de Lovi.

Alejandro podía decir, que el sexo con Lovino era muy divertido, porque ambos se hablaban sucio sin la necesidad de querer excitar al otro, los dos se golpeaban en el acto y ambos se compraban con otras personas. Pero a decir verdad, siempre eran ellos con quien se venían y siempre eran ellos quienes se amaban sin necesidad de más. Una relación muy tóxica, si se le podía decir.

Los dos lanzaron un gruñido, antes de que aquel canal apretado comenzara a llenarse de aquel líquido blanquecino qué Lovino había soltado. Este mismo, le obligó a salir de él, sin quererlo.

Lovino se recostó en el escritorios, sin importarle si tiraba hojas de él o si subiéndose sobre ellas, que terminasen empapadas de sudor.

—No tenías porque mencionar al mastodonte patatero. — Le dijo Lovino a México, con su mano sobre sus ojos, para no hacerle notar su molestia, con un leve puchero.

— ¿Quién inició diciendo que yo era una puta qué le abría las piernas a cualquier nación? Y no anduve de maricon solo por eso. —

Romano lanzó una risa, era cierto.

—No te rías cabrón. — Aún diciendo esto, fue inevitable para México reír también.

El de cabellos negros acercó su cabeza hacia la de Italia Sur, y depositó un beso en su mejilla.

—No cambiaría tu pito chiquito por otro, así me gusta. —

—¡Bastardo! ¿Quieres otra ronda? — Dijo Lovino mientras abrazaba a un sonriente México.

Sí. Así eran los actos sexuales de Lovino y Alejandro.

¡Viva México! 〔❀〕HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora