Inhalar, exhalar.
Atsushi no esperaba iniciar su año escolar haciendo la carrera de su vida para no llegar tarde, las cinco alarmas que colocó la noche anterior fue un desperdicio de tiempo y se lo confirmaba su acelerado corazón.
A dos cuadras presenció las rejas plateadas que adornan el exterior del inmenso instituto, las piernas no le responden cuando pone un pie dentro y su rostro besa el suelo de inmediato.
Los estudiantes que pasan al lado suyo hacen muecas de desagrado, burla e incluso lástima. No era una buena primera impresión pero era la menor de sus preocupaciones ahora. Con ímpetu se levantó dirigiendo sus pasos hacia la oficina del director —era el único lugar que conocía—.
La secretaria le hizo sentar un rato, para distraerse miraba las agujas del reloj a la vez que recordaba cómo terminó ahí.
Recuerda que esta academia fue fundada por su abuelo hace aproximadamente 17 años, justo el mismo año en que nació. Su madre solía decirle que en un futuro él cruzaría las puertas de ese sitio y estaría al mando, ocupando el lugar de su abuelo, siendo un egresado del mismo.
Era una academia bastante exigente, aceptaban a estudiantes desde promedios regulares a excelentes, nunca menos. Con mucha suerte había logrado calificaciones aceptables para ser recibido de forma legal, sin ningún beneficio por el lazo sanguíneo.
La señorita llamó su nombre, indicándole con una sonrisa que podía pasar, devolvió el gesto e ingresó a la oficina. Un hombre con un traje japonés lo esperaba de espaldas.
—¿Qué tal, Fukuzawa-san? Ha pasado un tiempo.
—Sigues siendo un niño, no has cambiado nada desde la última vez que te vi.
—Solo pasaron como dos años, y crecí unos centímetros más —acotó con una ligera risa, el mayor se giró a verle con el rostro serio de siempre, sin embargo, sus facciones eran más suaves.
—Realmente tienes los ojos de tu madre.
Atsushi dio una sonrisa melancólica antes de responder.
—Lo sé, cuando me miro en un espejo es casi como verla. Es por eso... ¿qué no has ido a visitarme?
Fukuzawa suspiró, tomó asiento e invitó al joven a hacer lo mismo. Sacó de un cajón una carpeta gris y se la entregó.
—Estuve ocupado, demasiado trabajo con el que lidiar, aún así tu madre me hizo prometerle que le daría lo mejor a su hijo. Y eso haré. Ahí tienes todos tus horarios, los salones, tus docentes, una lista de materiales, el número de tu habitación y la llave. Si necesitas ayuda puedes venir a buscarme.
Los orbes bicolores se posicionaron sobre las hojas, dándole un vistazo rápido. Tomó la llave y la guardó en su bolsillo.
—¿Compartiré habitación con un chico?
—Están divididos por géneros, obviamente. Las recámaras pueden albergar desde dos hasta tres estudiantes. No quieres privilegios así que compartirás con otro estudiante, ¿algún problema?
—No, ninguno. Creo que iré a instalarme, ¿el equipaje ya llegó?
—Lo encontrarás en tu cuarto, puedes retirarte —Atsushi dio un asentamiento y procedió a la salida, Fukuzawa se debatía entre abrir la boca o no. Al final se guío por el impulso—. Atsushi.
El mencionado volteó a verle esperando una indicación.
—Bienvenido a casa.
—Gracias, abuelo.
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•Caminaba por los pasillos con el folder en manos, aún no se hacía la idea de vivir en aquel lugar, el internado no le traía buenas recuerdos; no obstante, el deseo de su madre siempre fue verlo siendo el mejor en la vida, tanto profesional como personal.
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DARCH【Shin Soukoku】
FanfictionDentro de la prestigiosa academia «Stray Dogs», existe un club conformado solo por la excelencia de todo el alumnado. Se hacen llamar "DARCH" y son reconocidos como genios de habilidades innatas en diversas áreas. O, al menos, eso era lo que todos p...