Amo.

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¿Qué tan serio puede sentirse el querer algo y, al mismo tiempo, no querer exponerlo? Patético, diría mi hermano. Puros adjetivos negativos, raros y confusos suelen aflorar al realizar tal cuestionamiento en público. Supongo que mi mente tiene mejores formas de responder a tal duda, aun si es la misma la que tiene y formula tal duda.

Y es que hablamos de un amor, alto y rubio; de otro amor, bajo y de cabello castaño; de un tercer amor, con ojos pequeños y labios delgados, y muchos otros amores más. Sí, habría que poner un filtro a toda esta parafernalia que sucede en mí todo el tiempo, en todo lugar, y sigue acrecentando más mis dudas.

¿Hay alguna forma de determinar a la persona correcta? O incluso puedo reformular la pregunta, ¿existe alguien correcto, o es solo la mejor persona de todas las que conocemos? Porque no dudaría de que en alguna parte de Nigeria se puede encontrar alguien que me pueda amar, y viceversa, si nos llegáramos a conocer. Sí, mi posible ser amado de Nigeria se podría ver sin la oportunidad de amar por la gran distancia que nos separa.

Y por ello, probablemente se acerque a la persona con quien más conecte dentro de su círculo social. Probablemente no y me espere. ¿Debería ir a por esa persona, esperar a que venga hacia mí o mejor me esfuerzo por encontrar la compatibilidad dentro de lo que conozco?

Y decidir no es mi estilo de vida. Mucho menos de mis cosas favoritas, pero es de esas necesidades que debes tomar si quieres ser libre, y supongo que debemos buscar ser lo más libres posibles. Al menos, eso me enseñaron y siguen enseñando en todo lugar.

¿Y si decidir no me hace sentir libre en ciertos aspectos, puesto que no puedo conocer todas mis opciones y me tengo que conformar?

Para alguien como yo que busca amar, estoy superditado a conformarme. Solo trabajo con lo que conozco y, sin siquiera poder prevenirlo, puedo estar perdiendo muchas (e incluso mejores) oportunidades al otro lado del planeta.

Pero hay que preferir tener algo hermoso a no tenerlo por pensar en un ser de otro mundo. Hay que pensar en que solo tenemos una cantidad limitada (y desconocida) de tiempo para vivir, y ello debería impulsarnos a aprovechar lo que tenemos y lo que vamos conociendo, sin chance a detenernos para esperar. No, que la maratón de la vida cual locomotora a la que le sirvieron todo el carbón disponible de un solo tiro.

Eso es lo que tenemos que hacer, ¿correcto? Porque, de no ser así, no estamos viviendo.

Y es aquí cuando me doy cuenta de que nunca he podido vivir. De hecho, ni siquiera he tratado de cambiar ello. Vaya, el miedo pudo más que yo, y es probable que siga con poder continuar esa línea de pensamiento en mí. Se lo permito.

Aun cuando quisiera, ¿por qué desafiar a una normativa que aún puede traer amor a la vida de otras personas? ¿que me puede traer amor? ¿que me ahorra tiempo de vida? Podría divertirme y aventurarme a salir de todo lo que conozco y partir a Nigeria para buscar confirmar la existencia de aquel amor correspondido, pero, cual necesidad actual, quiero el amor en servicio express. No gastar años en navegar los siete mares para ser correspondido, sino gastar años en viajar con esa persona que me ama en un crucero y mil viajes más. Así de impresionante es plantear amar en estos días.

Ah, y no quiero ser rechazado, que eso es para espantarse de vivir. Me empodero después de algún tiempo, pero esa no es la idea. Si quiero sentirme bien, que no sea con alguien de turno, que yo solo busco certezas. Pero de querer a tener hay una línea muy grande, y el riesgo siempre está ahí, entre los algodones carnosos de tu rostro, los algodones que escondes y aquello que proteges con tus piernas (labios, trasero y genitales, para mi conciencia directa); los tres elementos del placer me pueden abandonar por otro ser en cualquier momento y termino siendo una criatura horriblemente indescriptible que ha sido rebajado a ser una cama, una silla, una cocina, unos zapatos. De todo, menos una persona.

Y si ya no fuera una persona, no pensaría en que puedo amar a quien me degradó. No hay vueltas en ello: amo mi humanidad. Al menos, lo suficiente como para saber que no necesito más de no tener nada y, encima, perder lo que puedo tener. Yo soy una persona, punto.

Bien, asumamos el riesgo... ¿Perdón? Que si otro se llega a gozar conmigo como si fuésemos fiesta patronal, con algarabia y falta de un freno para razonar, entonces me puedo ir olvidando de amar, que mejores cosas puedo hacer con mis sentimientos.

Pero amar es necesario, ¿no había quedado claro? Puedo quedar mal como no, y con eso se vive. Si lo sigo viendo así, voy a vomitar los chocolates en forma de corazón con relleno de fresa y traídos en una caja roja sobre los corazones rojos que recorté para las actividades escolares. Ya no hay sangre en la cara para leer mis textos infantiles sobre lo hermoso que es amar, como todos pueden amarse y cómo el mundo debe amar, finalizando con una declaración de amor al planeta. Todo escrito en papeles, pegatinas y brillos temáticos.

Me revuelvo de la pena de tan solo pensar que vivía en otro planeta en ese entonces y que, en una noche de sueño, me transportaron a un mundo en el que todos mis poemas terminaron siendo tomados como fantasías ilusas. Como quisiera un pase de retorno, aunque soy conciente de que solo terminaría perdido en el aeropuerto, siendo arrastrado a la salida por los guardias de todos modos.

Creo que el blanco es mi nuevo color favorito, a falta de la luz para pintar las paredes de mi cuarto. El rojo puede quedarse en un rincón, porque me hace sentir bien y quiero seguir con ello. En tiempos de incertidumbre, como es siempre, quiero poder ser bien, no solo sentirme o esperar sentirme bien, porque de nada me sirve andar en una caminadora si lo que quiero es aprovechar mi limitado tiempo de vida de la mejor forma posible.

Entonces, ¿amar o no amar? ¿esperar o trabajar con lo que conocemos? ¿ahora o más tarde? Al final, siendo que soy persona y que la condición de humano me lleve a equivocarme de todos modos (sin que ello signifique que no busque reducir los errores en la medida de lo posible), me reafirmo en que mejor ideo la forma de salir de mi cuarto.

Moo.

Mamá, diles que no estoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora