La hora.

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Llego la hora, las doce y media, y ya Mike me estaba pitando con el coche, así que bajé corriendo y le di dos besos.
Sin dudarlo le pregunté que a donde íbamos.
-Vamos a Alejandría, me tienes que ayudar a quitar los muebles, hay que venderlos. Y también quería contarte una cosa.
Me dio un sobre.
-Ábrelo, me dijo. Solo quiero darte esto porque te lo mereces y por todo el trabajo que has echo durante estos años y por ser mi mejor amiga. Te lo mereces. Con esto te puede ayudar a estudiar otra carrera, para la hipoteca y para muchas más cosas que necesites. No quiero que lo rechazes porque no te voy a dejar.
No tenía palabras, Mike es increíble.
-Dios mio Mike, muchísimas gracias por todo. Te quiero mucho.
Creo que me voy a ir un tiempo a mi pueblo, hace muchísimo tiempo que no voy y quiero desconectar y si quieres ven conmigo.
-Tengo muchas cosas que arreglar por aquí, entre papeles y de más.. Pero no dudes que iré cada fin de semana a verte.
-Que bien.
Llegamos a Alejandría.
Todavía olía al olor a cafetera y a las mesas de madera fresca, en un momento me han venido tantos recuerdos que me he emocionado. Pero ya no podía hacer nada.
Y Mike y yo empezamos a recoger las cosas.

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