II

3K 204 45
                                    


Esa misma tarde, cuando el sol amenazaba por ocultar sus brillantes rayos de luz, la pelinaranja se encontraba revisando sus queridas mandarinas, cuando de pronto una voz la sacó de su quehacer. 

— ¿Qué es lo que ocurre Nami?  

Era su amiga Nico Robin, la que finalmente optó por hablar con la chica. No podía seguir así por mucho tiempo más. El que Nami estuviese decaída y con ese estado de ánimo afectaba incluso a Zoro, que estaba acostumbrado a discutir con ella siempre, cosa que no hacía porque la joven al parecer ni escuchaba lo que éste le decía. 

— Oh Robin eras tú, me asustaste al hablarme así tan de pronto, no te sentí llegar... ¿Qué ocurre de qué? — preguntó la pelinaranja haciendo de cuenta que nada ocurría y sonriendo de forma forzada. 

— Sabes a lo que me refiero Nami... Has estado actuando de forma extraña estos últimos días y ni siquiera has terminado el mapa de la isla en la que estuvimos hace poco. Eso es bastante raro en ti, sabes que puedes confiar en mi — dijo la morena siguiendo a su compañera que pasaba por cada árbol sacando unas cuantas mandarinas. 

— Robin, lo siento... Sé que he actuado así y que no te he dicho nada, pero no quiero molestar a todos con mis problemas personales — contestó la navegante sin mirarla a la cara. 

— Mh, somos nakama, si algo te afecta a ti lo hace al resto de la tripulación, incluso Zoro lo ha notado y sabes cómo es él — prosiguió Robin. 

— Lo sé, yo... Pronto pasará, ¿sí? Es un problema que tengo al corazón — confesó Nami, por fin mirando a su estimada camarada. 

— ¿Te vas a morir? – inquirió de forma enigmática la morena, reacción que hizo reír a la pelinaranja, pero pronto la risa pasó y le contó todo, desde que había oído a Luffy nombrar a aquella mujer en sus sueños hasta ese momento en que se sentía vacía y buscaba que hacer para olvidarse de aquello.

— Nami, sé muy bien que estás enamorada de Luffy y en este caso lo mejor es que seas sincera y simplemente vayas y le hables a Luffy, estoy segura de que te escuchará y te pondrá atención con sus cinco sentidos, ya que ha sido el más afectado con tu actitud — le aconsejo Nico Robin, gesto que la navegante agradeció de todo corazón. 

— Qué demonios es lo que me ocurre... — se dijo a si misma más tarde, sentándose en el columpio del Sunny.

— "No puedo estar así simplemente porque oí a Luffy nombrar a Hancok en su sueños, ¿verdad?" — pensaba observando sus delgados y pequeños pies, pero de pronto se puso en pie y se fue a terminar su complicado mapa. 

— "No puedo simplemente amargarme por algo tan tonto como lo de la otra noche, así que mejor haré algo productivo para tener la mente ocupada y luego tomaré el consejo de Robin... Si es que puedo" — y con este pensamiento en mente se dirigió a su habitación de cartografía, tomó asiento, se sujetó el cabello en una coleta y comenzó a terminar los últimos detalles del mapa, pero al colgarlo se dio cuenta de que bajo de éste había un dibujo muy mal hecho en un trozo de papel.

— Qué dem... No recuerdo haber dejado nada debajo de mi mapa — y tomando el pedazo de hoja entre sus manos se dio cuenta de que Luffy era el autor de tal "obra de arte". ¿Cómo es que sabía tan bien que había sido él? Pues, porque es el único que haría tal dibujo y escribiría orgullosamente su nombre en él. 

— Este idiota... ¿En qué estará pensando? Es inevitable no querer... ¡Agh! — y murmurando cosas ilegibles salió a buscar al moreno, pero al parecer se le había hecho un poco tarde mientras terminaba el mapa; el sol se había ido desde hace mucho ya y todo en el barco estaba apagado. 

Luffy el incomprendido (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora