📝 Feelings Not Allowed [신타쿠영]

ㅡ Capítulo Uno; Atención

El príncipe maldijo en voz baja al darse cuenta de las miradas que posadas sobre su persona. Sabía que salir sin nada que cubriera su rostro podría traerle problemas, aunque tampoco le importaba mucho tomando en consideración el poco tiempo que le quedaba antes de su matrimonio.

Los murmuros no se habían hecho esperar. Varias mujeres y unos pocos hombres se habían puesto a soltar distintos tipos de comentarios que iban desde simples cumplidos hasta barbaridades fuera de lugar.

—Míralo, el príncipe es hermoso—Dijo una joven a otra chica.

—Envidio a la princesa Minatozaki—Respondió la otra, dándole a Takuya una mirada de deseo.

—Creído—Bufó un sujeto.

—¿Cómo sería acostarse con él? ¿Será tan bueno como dicen?—Cuestionó otra a una pelinegra.

—Cállate, te podría oír—La regañó.

Takuya se preguntaba si realmente otorgaban una buena educación a los habitantes del reino. Pues no se sentía para nada bien recibir opiniones no pedidas sobre su aspecto, al menos, no para él.

—Esa princesa de quinta no es digna de él—Dijo una castaña en un tono creído.

Aquellas palabras por parte de la pueblerina habían terminado por empeorar su humor. Mirando directamente a la joven, causándole un leve escalofrío.

—Escúcheme bien, señorita—Comenzó, dejando salir un pesado suspiro—Para que lo sepa, Minatozaki Sana es de las mejores personas que he conocido en mi vida—Explicó, recibiendo miradas asustadas por parte de los presentes—Así que en lugar de criticar a una persona por su apariencia y lujos, debería fijarse en sus propias actitudes primero. Y ahí, encontrará quién tiene el verdadero problema—Finalizó y se fue del lugar.

A Takuya nunca le había gustado la idea de mezclarse con los aldeanos como tal. Estaba consciente de que gracias a ellos tenía una gran parte de su vida arreglada, pero no le parecía bien que se creyeran con derecho a criticarlos por lo que aparentaban.

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Un pelinegro se encontraba tallando figuras a las afueras del pueblo cuando escuchó unos pasos cerca del lugar, dejando la madera de lado al oír un llamado.

—¡Se Young Hyung! Me dieron comida en la panadería por conseguir que haya más clientes—Dijo alegre un chico más alto mientras se acercaba al contrario.

—Es increíble, Won Ho—El mayor sonrió—¿Crees que podamos comer carne esta noche?—Preguntó en un tono esperanzado.

—Sang Min dijo que él y Yong Seok vendrían a comer con nosotros al mediodía, así que sí—Respondió de manera positiva.

No eran muchas las ocasiones en las que podían darse lujos de comer algo más allá de simple pan o sopas, por lo que estaban felices de tener a unos amigos que los ayudaran a continuar con fuerzas día a día.

—Todavía nos queda un poco de vino—Mencionó Se Young, volviendo a tomar los materiales que había dejado sobre unas piedras—Cuando lleve las figuras de madera, voy a fijarme si consigo algo más.

—Está bien, Hyung—Aceptó el menor con un tono animado.

Ese estaba siendo un buen día para los dos, era un día sin más problemas de los usuales. Estaban tranquilos y nada interferiría en los planes que tenían para el mismo.

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Recién estaba por acercarse el mediodía y Jia Ning sentía sus nervios a flor de piel, ya que su amigo no había vuelto aún.

—Sabía que algo malo iba a suceder, lo sabía—Repitió mientras daba vueltas en su lugar—¿Por qué nunca me hacen caso? Idiotas tenían que ser, pero ignoren mis advertencias, sólo soy el menor de los tres—Se quejó, haciendo que Xiao Xiang suspirara frustrado.

—Jia Ning, ya relájate un poco—Suplicó el mayor, recibiendo una mirada de reproche—Takuya sólo  quiere descanzar un poco de las responsabilidades que lo están obligando a afrontar, no tienes que preocuparte tanto.

—¿Y si llegan sus padres? ¿Qué hay de sus hermanas? Siento que algo va a pasar—Recalcó, viendo fijamente al mayor.

—Sus padres fueron a otro reino, no estarán por unas horas—Le recordó—Momoka y Haruna no dirán nada, sabes que no lo meterían en problemas—Mencionó con una sonrisa tranquilizadora—No pasa nada.

El menor empezó a inhalar y exhalar profundamente ante lo dicho por Xiao Xiang. Luego de unos cuantos segundos, se calmó.

Y si bien parecía que el mayor estaba tranquilo, por dentro lo invadía la misma sensación de que algo iba a ocurrirle al castaño.