Sentada aquí con mis piernas cruzadas, mi codo izquierdo apoyado en mi muslo izquierdo, empujando mi mejilla contra el resto de mi cara. Aquí seguiré. Esperando por que alguien se atreva a acercarse y secarme las lagrimas que corren por mis mejillas, a borrar el dolor que corre por mi pecho, y el cansancio que se desliza por mis pies. Un plato roto tiene mucho en común conmigo. Los dos estamos rotos y no hay perdón que nos repare y ambos hacemos daño cuando alguien se acerca.