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Jung Hoseok caminaba por los largos pasillos del gran salón repleto de ricos estirados como si fuera suyo. Aunque perfectamente podría serlo si quisiera, pero sería demasiado arriesgado poseer algo tan descubierto al mundo. Llevaba una maleta con lo que la gente creía que era dinero, y un traje clásico negro, que se ajustaba perfectamente a su cuerpo ya que estaba hecho a medida.

Nadie le prestó mucha atención. Ni siquiera cuando comenzó a subir por las enormes escaleras centrales decoradas por una alfombra granate. Posó un dedo sobre el botón que llamaba al ascensor y lo presionó, segundos después se montó dentro. El ruido del mecanismo acompañaba al silencio entre Hoseok y el botones que se encargaba de llevarle al piso que deseara, en este caso, el último. La azotea.

─ Disculpe por preguntar pero, ¿por qué quiere subir al piso superior?

─ Oh, ya sabe. Necesito descansar. Fumar un rato.

《 Ojalá la gente supiera no meterse en los asuntos privados de los demás... 》 pensó Hoseok. Por suerte, el chico le dejó en paz el resto del minuto que tardaron en llegar a su destino. El aire frío fue como una bofetada en la cara al abrirse las puertas del ascensor. El botones comenzó a tiritar. Podría haberle dejado agonizando unos segundos más fingiendo buscar algo en sus bolsillos, pero no tenía tiempo que perder. Salió de allí sin dirigirle la palabra y caminó hacia delante hasta que oyó el sonido del ascensor poniéndose en marcha, volviendo a bajar. En cuanto eso pasó, Hoseok cambió de dirección, ahora yendo hasta la caja de controles del ascensor. Cortó el que conectaba la azotea con este, impidiendo la subida del ascensor a donde estaba.

No iba a mentir, hacía un frío mortal. Maldijo el no haberse traído un tapabocas o incluso unos guantes. Tal vez fumar le aliviaría la sensación de sus dedos y labios congelados. ¿Qué pasa? No era mentira que necesitaba un cigarrillo, así que se puso uno en la boca y lo encendió con la otra mano. Suspirando, se acercó al borde del edificio y se puso de cuclillas. Abrió el maletín que, sorprendentemente, no contenía dinero, sino un rifle de alto calibre. Tras montarlo, se tumbó en el suelo prácticamente helado y colocó un ojo en la mirilla para tener más precisión.

Su objetivo no era ni más ni menos que el CEO de la empresa de celebraciones más grande de toda Corea del Sur. Obviamente, lo que estaba haciendo ahora era celebrar,  celebrar una fiesta. En una terraza similar a la que estaba tumbado Hoseok pero en un edificio distinto y unos pisos más abajo. Estaba sentado en una especie de trono bastante exagerado, que le hacía ser una gran diana para la bala de su rifle. ¿Por qué debería morir ese tío? Era simple, tenía innumerables deudas que debía a la compañía en la que Hoseok trabajaba por ajustarle un par de cuentas a otras personas por él. Se negaba a pagar la cantidad de dinero que se le pedía, y ahora estaba gastándoselo en otra fiesta.

Cuando Hoseok ya tenía el arma colocada perfectamente para apretar el gatillo y cumplir su misión, un sonido le paró. Lo que oyó fue otro ruido de pistola, pero esta vez cargando una bala y apretando contra su cabeza.

─ Jung Hoseok, ¿no te había dicho ya que te alejaras de esta zona?

El apuntado sonrió, lentamente separándose de su arma y quedándose de rodillas de espaldas a su conocido.

─ Jeon Jungkook -aclaró-, ¿no te había dicho ya que te alejaras de mi trabajo?

─ Seguro que me echarías de menos si no me vieras.

─ Claro, claro -respondió Hoseok vagamente-. Como si no fueras el que quiere que yo venga por aquí... oye, tienes la bragueta abierta.

Jungkook se sonrojó y se dió la vuelta, llevándose la mano al cierre del pantalón para comprobar que era mentira. Cuando volvió a girar sobre sí mismo, una pequeña pistola apuntaba a su cabeza.

no gods, just us | hopekook +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora