№O7: E P Í L O G O

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Castigo para algunos, para otros un regalo y para muchos un favor.

Le acomodó su gorra y lo arropó mejor. Después acarició su mejilla y apoyó el peso de su pierna sobre la cintura del menor, abrazándolo.

—Lo siento. —se disculpó. Su mejilla estaba contra la de Jeongin en un tacto suave. La piel del castaño era suave, no tenía ningún rastro de imperfección.

—¿Y eso por qué, tonto? —Yang soltó un risilla obligando al rubio a mirarlo a los ojos.

Hyunjin sonrió por el brillo en los orbes del menor. Sus ojos se veían llenos de vidas. Jeongin se veía lleno de vida. Jeongin se veía sano.

—Por todo lo que has pasado. —su sonrisa se convirtió en una mueca triste a la vez que se escogía de hombros.

—La pasé increíble contigo a mi lado, Hwang Hyunjin.


















El calor me hizo despertar al filo de las lágrimas, eso combinado con el sudor. Interrumpiendo una vez más, otro hermoso sueño.

Sueño o recuerdo, ya no puedo diferenciarlos.

El cuarto se encontraba completamente oscuro, las ventanas y cortinas cerradas no me dejaban ver hacia afuera.

Es mucho más oscuro cuando se apaga una luz de lo que hubiera sido si nunca hubiera brillado.

En realidad, se puede decir que la oscuridad es la condición indispensable para apreciar la belleza.

Nadie vino a verlo. Supongo que así estuvo mejor. La muerte no se reparte como si fuera un bien. Nadie anda en busca de tristezas.

Bajé de la cama descalzo y caminé hasta una de las ventanas. La abrí sin muchas ganas y una suave luz se filtró por mis ojos.

El sol se asomaba entre algunas nubes grises a la vez que pequeñas gotas caían de ellas.

Era domingo. Él odiaba los domingos. Y en algún punto yo llegué a odiarlos también.

Mas estaba ahí; junto al ventanal, mirando el amanecer y recordando cuando se fue, siguiendo el camino del cielo, alejándose cada vez más a paso del tiempo.

¿Te enojarás si pienso en unirme a ti?

Miraba las gotas caer, iluminadas por pequeños rayos de sol.

Oh, odiaría tanto éste domingo.

Suspiré.

Cada que respiraba suspiraba, y cada vez que suspiraba pensaba, pensaba en él.

En su cálida piel.

¿Por qué las palmas de mis manos tienen una memoria más fiel que la mía propia?

—Hyunjin, es demasiado temprano aún. —sentí unos brazos rodearme por la espalda y un suave aliento golpear mi nuca.

Aveces me siento desdichado, nada más por no saber que es lo que estoy echando de menos exactamente.

—Me gustan los domingos. —su voz adormecida retumbo en mis oídos.

—Yo los odio.

Siempre que necesite recordar que en el mundo hay belleza y bondad, pensaré en ti.

Yang Jeongin.


Acmé ⇔ HyunIn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora