Talking To The Moon

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Había pocas cosas de las que se había arrepentido en sus cortos veinticuatro años de vida. Haber golpeado a ciertas personas, abandonar a su hermana, haber buscado con desesperación una pizca de atención de su padre, etc. Si, había sido un imbécil la mayoría de las veces y muchas de esas situaciones trato de remediarlas, lo había tratado y logrado muy pocas, pero esta situación era algo que ya no podía ser arreglada ni con palabras, acciones o su misma vida ofrecida.

¿Por qué no quiso entenderla? ¿Por qué se fue sin siquiera ver hacia atrás una vez? ¿Por qué había llegado tarde al único momento, de su vida, que valía la pena?

Se había arrepentido tantas veces entre gritos, llantos y golpes a su persona por esa maldita decisión y seguiría haciéndolo hasta el día de su muerte... ¿Podría estar con ella una vez muerto? Algo le decía que no. Esta era su maldición, el mas grande pecado que podría haber cometido. Era hasta graciosa su situación, todos sus recuerdos, la leyenda de la luna y el lobo de estrellas, sus viajes, el amor que se tenían, sus juramentos de nunca separarse o buscarse siempre, toda su vida, todo lo que era; se había evaporado en unos minutos y por su culpa.

La escena se repetía como un disco rayado una y otra y otra vez cada noche. Lo estaba consumiendo lentamente y el único consuelo que encontró en medio del dolor y la desesperación que lo hundía en su propia locura, fue la música que le dedicaba cada noche a la luna, pero ya no era "la luna" que todos conocían. Eran para ella, para su luna, para Lucy, cada nota que salía de su violín o el piano que compro, eran para ella. Una forma de disculpa por no haberla escuchado, por haberse ido a su departamento cegado por la rabia, tristeza y la horrible sensación de engaño que sentía en su corazón.

Estuvo 5, 15, 20 minutos caminando en círculos preguntándose una y otra vez quien era ella en realidad ¿De quién se había enamorado? ¿A quién veía todas las noches y le contaba sus sueños? Fue entonces que empezó, con un piquete leve y sin importancia, luego fue como un golpe directo a su pecho, al final no podía respirar ni hacer nada mas que gritar de dolor. El corazón le dolía, pesaba, ardía. Era la peor sensación que había vivido y lo pero era que se sentía tanto física como emocional, estaba llorando porque sentía los golpes y la sensación de ser arrancado de la persona que amaba, que se combinaban para tortúralo.

En un momento de lucidez vio por su ventana la potente luz que irradiaba la luna, pero no era esa pureza blanca y tranquilizante, esta luz era sucia, triste, un plomizo que le producía miedo y que fue lo que lo hizo salir corriendo en dirección a ese parque. Algo le suplicaba que fuera a su encuentro, porque estaba seguro que ella estaba ahí, Lucy lo estaba esperando, rogaba que lo estuviera esperando.

No le importaba si era mentira todo lo que creía saber de ella. La sola idea de que desapareciera un cualquier momento lo aterraba más que cualquier cosa.

Sentía la garganta seca y ardiendo al rojo vivo, rogando por agua pues el aire que tragaba le quemaba como mil demonios. El pecho le latía de forma rápida y hasta temblaba ligeramente. Sentía el corazón en la garganta y creía oír sus latidos duros y pesados en los oídos. Sus piernas dolían y sentía los músculos desgarrarse.

El calor combinado con el miedo que poco a poco se volvía pánico lo mareaban y mas de una vez estuvo apunto de caer o se tropezaba. No le importaba. La luz plomiza de la luna se hacia mas intensa y fue justo cuando llego a la entrada del parque que, un grito femenino desgarrador y lleno de suplicas y tristeza, terminaron por destruir la poca esperanza que tenia de volver a ver a la rubia.

El solo llegar a la parte del lago le habría tomado menos de cuatro minutos, un segundo o menos para apartar las ramas caídas de un sauce llorón. Esos casi cinco minutos que parecieron durar horas, fueron suficientes para saber que era tarde. Muy tarde.

Selenophilia [FT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora