Un ángel menos

1K 71 112
                                    

Los ángeles no pueden morir. Por lo que si no pueden morir, ¿nunca tuvieron una vida ni estuvieron vivos?

Un ser con alas de color blanco ha caído sin más en la Tierra. Era una criatura hermosa, de cabello dorado como el oro, sus enormes alas llenas de blancas y suaves plumas.

Un hombre pobre se encontró con esta criatura. Se hallaban en un lugar donde el tránsito de personas no es muy concurrente. Causaría mucho pánico si se supiera que ahora hay un verdadero ángel viviendo con un hombre.

Pobre criaturita.

- Entonces, ¿eres un ángel, de verdad? Esto es mucho que procesar - el hombre hablaba rápido, tartamudeó un poco.

- Sí, he caído por error en la Tierra, y no tengo ni la más mínima idea de cómo carajos voy a regresar - rió el de cabello rubio.

El hombre con el cabello formado por rulos mantenía la vista fijada al suelo, pensando qué carajos acababa de pasar. Un ángel se encontraba en su casa, ahí, sentado en su sofá. Qué casual.

- Um, ¿tienes un nombre o algo así? ¿Los ángeles tienen nombres?

- Pues claro que sí, me llamo Roger - contestó el ángel, con la mirada un poco perdida en aquel hombre.

- Un placer. Soy Brian, Brian May.

- Oh. Sólo Roger - agregó con una pequeña risa al final, causando una de igual manera en el de rizos.

Brian era un hombre de escasos recursos, tenía una vida solitaria en una casa en el campo, la cual estaba alejada de otras casas. No tenía mucho que ofrecer, que se diga.

A la vez, era una persona muy curiosa. No dejó a la pobre criatura alada en paz, con sus preguntas existenciales.

- ¿Dios existe? ¿Hay un cielo? ¿Y un infierno? ¿Qué hay del limbo? ¿Hay vida luego de la muerte? - hablaba tan rápido, era difícil seguirle el ritmo.

Brian regresaba de la cocina con dos tazas con té en su interior. Llegó a su pequeña sala, le tendió una taza a Roger, quién la aceptó con algo de miedo.

- Vaya, calma un poco - decía un poco nervioso pero preocupado, miraba la taza con curiosidad - Tengo prohibido hablar de eso con los hombres, así como tengo prohibido estar aquí.

- Pero no sabes cómo regresar - hizo un gesto de obviedad el de rulos.

- Exactamente - luego de decir esto, olió el líquido de la taza y lo volvió a observar.

A Brian le parecía tierno esto; un ser que nunca antes había estado en la Tierra, experimentando por primera vez cómo es aquí.

- Mira, mueves la taza así - el de rulos movió su propia taza, como en círculos - Luego soplas - sopló al líquido - Y lo tomas.

Roger observaba cada movimiento con los ojos bien abiertos, y tras acabar el pequeño tutorial de Brian, hizo lo mismo que él había hecho.

- ¿Está bueno? - preguntó el hombre de rizos.

- Sí, es dulce - Roger sonrió, luego continuó tomando del té.

Roger por supuesto que sabía cómo regresar al cielo, su hogar. ¿La verdad? Se había aburrido de aquel lugar; le daban tareas demasiado fáciles y sencillas, que el resto del tiempo no hacía nada.

Entonces decidió arriesgarse. Venir a la Tierra. Sabía en qué se estaba metiendo, pero sólo quería salir un tiempo de ese lugar tan monótono.

One Shots [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora