allá arriba.

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  jisung solía tener muchos malos días, estaba acostumbrado a ello. le gustaba considerarse un adolescente normal, igual que cualquier otro; tenía algunos problemas en casa, un corazón roto y ningún amigo con el que contar, pero le parecía relativamente común. no solía quejarse en lo absoluto, pero esas horas merecían un desahogo particularmente grande. desde que despertó la estaba pasando bastante mal. terriblemente mal, pésimo, a decir verdad.

  pero no importaba. no dentro de su cabeza, cuando en lo único que podía pensar era en ver a su pequeño rayito de luz personal que aguardaba por él a la salida de clases. no lo hacía con intención, claro; jisung ni siquiera estaba seguro de que su amado zhong chenle supiera de su existencia, pero era bonito observarlo en su práctica de baloncesto e imaginar que, luego de las agotadoras horas de juego, le tomaría de la mano para acompañarlo a casa.

  había adoptado un pequeño lugar en las grandes gradas del gimnasio escolar, adornando la madera con figuras adorables cada vez que podía (o sea, cuando era capaz de despegar los ojos del chico con cabello color menta unos minutos), escribiendo su nombre junto al de su amor platónico repetidas veces y rodeando los suaves trazos con corazoncitos de colores. la misma rutina se repetía todos los lunes y miércoles, días que, luego de una semana de investigación, pudo averiguar que eran en los que chenle se mostraba en su máximo explendor para él.

  ciertamente, lo disfrutaba mucho. amaba el sentimiento de poder observar desde lejos, y la sensación de la adrenalina recorrer todo su cuerpo cuando cruzaba miradas casualmente con el más alto justo cuando éste pasaba los ojos por su lugar de residencia en busca de alguna pelota perdida. no se sentía como un acosador en lo absoluto, puesto que no tenía ninguna mala intención con el chico, más que soñar despierto con un futuro imposible a su lado. su felicidad era efímera y estúpida, todas sus ilusiones rompiéndose cada vez que, al terminar sus horas de entrenamiento, el mayor se dirigía directamente a las duchas. no había ninguna mirada para él, ni hablar de una sonrisa y mucho menos un 'amor, espérame, termino de vestirme y te acompaño a casa'... y ahí estaba jisung, caminando hacia su hogar a paso lento, con lágrimas cayéndo por sus mejillas y su corazón hecho trizas una vez más. se prometía abandonar ese vicio, pero era inutil; sobre todo porque, muy dentro de sí, sabía que la semana próxima estaría ansioso porque acabasen sus clases, solamente para tener tiempo para admirarlo.

el circulo vicioso siguió su curso por seis largos meses. meses en los que el castaño había tenido la oportunidad de apreciar como el pelo de zhong crecía y era tinturado de diferentes tonalidades pasteles, también notando el crecimiento casi nulo de la masa muscular de éste a través del tiempo y, sobre todo, viéndolo forzar un lazo demasiado amistoso con sus compañeros de equipo. varias veces había considerado anotarse al club deportivo, a pesar de ser una madera en los deportes, todo sea por estar más cerca del dueño de su corazón. jamás había podido reunir la valentía suficiente, pero era ahora o nunca. había llegado un rumor a sus oídos, uno bastante particular e interesante; a chenle le gustaba un chico. estaba perfectamente consciente de que podía no ser cierto, pero no perdía nada intentándolo. después de todo, si otro pudo profanar los sentimientos del mayor, ¿por qué él no? no se sabía mucho de la persona en la que el ahora pelirosa estaba intersado, sólo que era un año menor que el chino (¡al igual que jisung!) y claro, que no era una chica.

  fue así como, un día cualquiera y con ese pensamiento en mente, salió disparado del aula de clases. había sido el primero en cruzar la puerta, cosa que rara vez sucedía. se había apresurado en acabar su tarea rápido, de forma en la que pudiese guardar sus útiles antes de que la campana sonara. se dirigió a paso acelerado hacia la entrada del gimnasio, claramente sorprendido por no encontrar a nadie allí. ninguna persona rondaba por allí, ni siquiera los muchos jugadores y mucho menos chenle. recorrió el espacioso lugar, desesperado. incluso entró a los vestuarios, sin encontrarse con un solo rastro de que alguien hubiera estado ahí ese día. pretendió que todo estaba bien, intentando regular su respiración. quizás la práctica se había cancelado, no pasaba nada, podía volver el miércoles y el chino seguiría ahí para él, ¿cierto?

  aferrándose a su bolso con fuerza comenzó a subir por las altas gradas, esperando llegar a su lugar habitual, pues todavía tenía un almuerzo que comer, y su madre no llegaría a casa hasta las tres. cuando llegó a su destino se sorprendió al notar una pequeña hoja color rosado, y maldijo internamente a quién había ido a tirar su basura a su lugar especial. estuvo a punto de hacerla un bollito para guardarla en su bolsillo así podría tirarla después, cuando notó algo escrito en perfecta caligrafía y con algunos corazones rosados a su alrededor. 'genial, no sólo vienen a tirar basura aquí, sino que basura cursi a demás' dijo para sus adentros, malhumorado. la curiosidad le ganó y, aunque odiaba hacer esas cosas, se dispuso a leer la dichosa nota. su expresión de fastidio fue rápidamente reemplazada por una de alegría y, aunque fuese algo realmente breve, bastó para que esa sonrisa estuviera en su rostro el resto del día.

'♡ park jisung, ¿por qué siempre me miras tanto desde allá arriba?, ¿será que te gusto? qué sorpresa si es así, entonces, porque a mí me gustas también. —chenle.'

  esas palabras junto a un número telefónico debajo, fueron suficientes para que el castaño no tuviera un sólo día malo nunca más.

allá arriba ,, chensung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora