Cayendo, caí, caíste...

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Aquí no existe el tiempo, pensé, después reí.

He perdido la cordura, lo sé porque recuerdo haber tropezado, o eso creo. Caí en un abismo el cual parecía tener ventanas por las que se asomaban criaturas que nunca antes ví, eran hermosas, tenían los mejores cuerpos, pieles gruesas y en llamas, cantaban con las mejores voces, cantaban para mí, y yo sólo estaba cayendo. Gritaba confundida, sentía mi rostro deformarse por el terror que está situación me causaba.

Me fue inevitable no verlos, sus manos parecían estar trabajadas en piedra por un artista que seguramente vendió su alma al diablo, sus espaldas lucían tan definidas y empapadas en sudor, que deseaba  escurrirme completamente desnuda entre ellas como si fueran  un enorme  tobogán. Me enamoré mil veces mientras caía, parecían estar hechos para seducir. Me perdí tanto observando que ni siquiera me di tiempo de razonar por qué seguía cayendo metros y metros bajo tierra y sin chocar contra algún piso frío, o incluso sin saber a dónde me  dirigía, estaba expuesta a placeres que ningún ser humano es capaz de soportar.

Mi cuerpo experimentaba cambios intensos de temperatura, me sentía tan helada pero tan ardiente, ¿De qué se trata?

Por primera vez en mi vida quise "tocar fondo", pero literalmente. No lograba saciarme de aquellos seres sublimes. Sentía no tener vacío alguno, pero algo en lo más profundo de mí, quería llenarse. ¿Has experimentado esa sensación?

He quedado suspendida en el aire, recuerdo que de niña siempre quise volar, aunque esto no era exactamente lo que imaginaba. Sigo confundida y tengo pavor, más sin embargo mi placer es aún más grande, las vibraciones de las voces me hacen sentir hormigas en el cuerpo.

Un ligero ardor se apoderó de mi carne y es ahí cuando noto cómo trozos de ésta comienzan a desprenderse, el dolor se convierte en un clímax y este evoluciona a modo de desesperación por despojarme de esta piel putrefacta que cubre mi cuerpo, la quito completamente entre gritos ahogados de placer, dolor  y sorpresa y la tiro al aire como si de ropas viejas tratara.

Comienzo a parecerme a ellos, a todos los que cantaban y bailaban a mi alrededor. Siento esa belleza apoderarse de mí, nada me preocupa, no hay pendientes, no hay tiempo ni inicio, tampoco un final, ¿A esto llaman "el Nirvana"?

Me llega por detrás una brisa que quema y parece hablarme e incitarme a obedecer; menea mis muslos con fuerza y finalmente mi cuerpo entero comienza a bailar al son de las voces.

Cuando menos lo espero, me reincorporo, miro a mi alrededor; estoy al otro lado de las ventanas. Choco contra una, no sé manejar  mi nuevo cuerpo aún, mis senos son visibles a través del cristal de esta enorme ventana, siento que cualquiera podría verme, ¿Y a quien le importa?

Pongo mis manos y todo mi peso sobre el limpio cristal que ahora me separa de ese abismo vacío en el que estaba hace unos instantes, aunque parece haber pasado demasiado tiempo ya. Levanto la vista y algo me ve, yo le veo y ahí entonces en un acto que no termino de entender, se deja caer, comienza a gritar aterrorizado, y eso me da la señal para empezar a  danzar,  una fuerza inexplicable me hacía  imposible detenerme. El cuerpo cayendo me ve y se tranquiliza, eso se siente tan bien, causar paz, me causa paz; causar placer me causa placer... creo que ya estoy entendiendo.

Lo sigo observando, tiene un cuerpo perfecto para ser desechado, salgo por la ventana haciéndola mil pedazos, él parece no darse cuenta, y yo retiro su piel a mordiscos, mis dedos al tocarle producen humo y cenizas, grita, pero lo goza, me veo reflejada en él, ¿Qué clase de placer es este?

...Quiero saber quién es, ¿Ese acaso eres tú?, Sí... ¿No lo ves? ¡Estás cayendo! ¿Te nos unes? Es tarde, Caíste.

Reflexiones De Una Mujer Sin Historia...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora