Le había dicho que se alejara. Sabía que estaba herido. Y aún así la salvó.
"Estúpido petirrojo..."
Si ella no hubiera sido tan imprudente. Si ella no se hubiera separado de él. Esto no hubiera pasado.
-Quién... ¿Quién eres...?
Su corazón se había arrugado como un papel al oír esas palabras.
-D-Damian...- sollozó rompiendo su abrazo.
Todo era su culpa.
Las lágrimas no tardaron en rodar por sus mejillas.
La verdad...es que nunca pensó que Damian la haría llorar. Y menos de esa forma.
-¡Ese golpe iba para mí!- gritó dándole unos débiles puñetazos en el pecho del chico confundido en un ataque de rabia y tristeza combinados- ¡Imbécil!
El chico confundido miró a su alrededor. Al menos podía reconocer que estaba en la camilla de un hospital.
"¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es mi nombre? ¿Quién es ésta chica? Parece preocupada por mí... ¿Por qué llora y grita?"
Rachel dejó de gritar y moverse. Miró el suelo mientras su llanto ni cesaba.
No se acordaba. No sabia quién era ella. Sus diez años de noviazgo no habían servido para nada...Él lo había olvidado todo.
Se sumió en una espiral de desesperación, tristeza, furia, hasta que de repente, sintió algo sobre su mano.
Levantó la vista esperanzada hacia los ojos de su novio.
El chico apretó su mano.
-No me acuerdo de nada...Pero no soporto verte llorar- Rachel se estremeció al escucharlo. El Damian que conocía aún seguía ahí- Siento no recordarte...Pero seguro que eras una persona importante...- sonrió levemente para calmarla.
Rachel se tiró a sus brazos de nuevo llorando más alto. Damian le devolvió el abrazo algo extrañado. Le gustaba esa sensación. Esa chica se le hacía familiar. Demasiado para olvidarla.
De repente, Rachel se alejó de él y se puso enfrente con una postura firme.
Aún con lágrimas en sus ojos, sonrió con convicción.
-Te lo prometo, Damian Wayne. Conseguiré que me recuerdes. Aunque tenga que ir al mismo infierno para conseguirlo.
El chico se quedo en shock.
"Damian Wayne...Mi nombre..."
La chica se acercó a él, y, pillandolo por sorpresa, deposito un dulce beso en sus labios.
Se separó. Se limpió las mejillas con la manga de su jersey negro, y salió de la sala con un: "ni se te ocurra moverte", dejando a un Damian muy colorado dentro.
Cuando ya de había ido, una palabra salió de su boca sin ni siquiera pensarla.
-Bruja...