UN ALMA ROTA
Alejandra estaba harta de todo. Harta de la comida. Harta de tener que vestir para algún hombre que haría con su cuerpo lo que deseara. Harta de estar en esas cuatro paredes. Harta de ver la misma cara de esa despreciable mujer que se hacia llamarse así misma madre. Harta de tener su cuerpo en todo momento adolorido, harta de llorar. Harta de querer y no tener. Harta de su situación, de la manera en que vivía. Harta de no poder hacer lo que deseara. Harta de tener que fingir sonrisas —no recordaba el día en que sonrió de una manera sincera— Ya todo la hartaba, hasta lo más mínimo.
Se llenaba de impotencia... ya no lloraba, ahora se llenaba de coraje en todo momento. Lo que vivía era una injusticia, que delante de los ojos de cualquiera —que estuviera en su sano juicio— vería, era abominable todo por lo que tenía que pasar.
Tenía prohibido salir de esa casa, no iba a la escuela —nunca había ido por lo que no tenía ni un sólo amigo— ni siquiera la dejaba leer, esa mujer le tenia prohibido hasta hablar
—siempre y cuando fuera con ella.— Ya no quería estar así. Casi no dormía, temía por la noche ella entrará tomada o drogada a golpearla, a obligarla a acostarse con algún hombre. Era de todos los días estar a la vanguardia de lo que le pudiera suceder. Era de todos los días desear morir —y en lo más loco, que alguien llegará y la sacara de ese espantoso lugar; aún mejor que despertara y que todo fuera solo una pesadilla.—Nunca intento suicidarse --aunque lo pensaba, y en ocasiones hasta se veía en el acto mismo, pero al final no se atrevía-- Alejandra era bonita; su cabello medio rulo de color rubio oscuro; su cara era fina—en sus cachetes aparecían esos hoyuelos que le gustaban;— nariz respingada, cuerpo delgado; alta. Ella se consideraba bonita, pero de qué valía, nunca sería como las demás jóvenes. Esa era su vida. Eso le había tocado vivir. Era en sus sueños donde vivía con una familia que la amaba, que tenía hermanos que la cuidaban, amigas que la querían, personas que la estimaban. Era en sus sueños donde sonreía de verdad, donde no lloraba y que disfrutaba cada momento. Mientras en su interior dolía. Dolían las heridas emocionales que le había causado el tiempo, heridas psicológicas difíciles de sanar. Estaba rota. ¿Cómo cambiar su rumbo? ¿ Cómo continuar con su vida de esa manera? ¿Cómo siquiera imaginarse en una vida diferente? —lo hacía claro, pero dolía, dolía mucho— ¿Con que motivo dar paso a una nueva historia? Si toda ella estaba rota.
Se había ya resignado a morir en ese asqueroso lugar. Ansiaba en cada momento pasar de esa vida. Dejar de respirar. Estaba segura que así, solo muriendo dejaría de vivir todo aquel infierno.
***
La primera vez que abusaron de ella tenía tan sólo nueve años, quería con todas sus fuerzas olvidar aquel momento. Pero todos los días cuando tenia que vestirse para cualquier hombre, cuando la tocaban sin que ella quisiera las imágenes impresas en su cerebro, en su piel le recordaban...
La primer golpiza que le dejó un labio partido y varios moretones fue a los doce años porque se había negado acostarse con aquel viejo de manos grandes y cara desfigurada
—recordaba su fea cicatriz a un costado del ojo izquierdo. Daba miedo el solo verlo.— Al negarse él la golpeo, hasta que ella ya débil no luchó más y la tomo.Ella... ella ya no pudo hacer nada. Desde allí todo se torno aún más negro de lo que ya estaba. No veía luz. Todo era horrible. Cerraba sus ojos y las pesadillas la atacaban.
Cuando tenía un granito de esperanza éste se desaparecía así, sin más. Dejándola desolada. Ya no confiaba, ya no creía en nada. El día en que cumplía los 19 años —como una forma de regalo- antes que la mujer saliera le pidió le llevara una rosa blanca.— La mujer rió irónica, pero asintió con la cabeza, — y se fue.
Alejandra de alguna manera extraña ese día se sentia tranquila, y mientras se bañaba
—con sumo cuidado, pues todo su cuerpo estaba lacerado.— El día anterior al negarse a tomar y drogarse con ella, la golpeo con un cinto, dejandola ensangrentada ahí en el sofa. Le gritó cualquier tipo de insulto mientras le pegaba. —Era claro que ella igual estaba cansada de todo eso, pero por algo continuaba así, con ella ahí. Por lo menos una de las dos tenía con quien desquitarse, con quien desahogar algún tipo de sentimiento.—Cuanto acabo y se sintió "mejor" tiró el cinto a un lado de ella y se fue —No derramó ni una sola lágrima, no empuñó sus manos de coraje, no salió algún grito de frustración. No nada.
—Ese día era el ultimo viviendo ese infierno, se dijo así misma ya no más--. Después del baño, se vistió con una blusa negra y un pescador celeste. Se calzo con unos tenis medio viejos color blancos. Y empezó a tirar todo lo que había en la cocina —platos, vasos todo lo que encontró ahí—, descompuso la cama, tiró por todos lados la ropa de ella y la de esa mujer. —Sonia; así se llamaba— algunos —los que sabía mas le gustaban— se los rompió. Fue el momento de sacar todo lo que habia dentro de su interior.Horas después, escucho risas cerca de la puerta, una llaves moverse y la puerta
—segundos después— abrirse. Un gritito de asombro salió de la boca de esa mujer. Alejandra sabia lo que pasaría. —Escucho como la maldecía,— Sonia la llamo, esa muchachita ya la tenía harta y hoy vería con quien se metía. La castigaría, le haría ver que en ése lugar la que siempre mandaría sería ella. No solo por unos centavos que le hacía ganar diarios le permitirían ser insultada y a ella hacer sus berrinches. Debía enseñarle a respetar y no se daría el lujo de cumplir sus caprichos... Escucho un bufido. Era Antonio. Le daría una buena lana por el rato de placer que le hiciera pasar esa mocosa. Dejó pasar aquello y le dio paso para que entrará...***
Ya no estaba consiente, —había tomado una pastilla que esa mujer ingería para el rato, para ir "al cielo" como ella decía (y una mentira)— Ese hombre la tocó, la tomó ahí, en ese lugar; sucio y desordenado... Saciado, él se fue. Minutos después entró ella. Con un cable grueso color amarillo.
No sintió los golpes, no escucho ya nada. Todo estaba borroso. Y en un segundo más, Alejandra cerraba sus ojos...
Sonia la golpeó así, semi desnuda. Le dio. La veía sangrar y estaba bien, ella se sentía bien. Eso se merecía ella. Todo era su culpa.
Cuando sintió era suficiente dejó de hacerlo. Fue al baño y lleno un bote pequeño con agua y se la fue a tirar encima, —así lo hacía siempre que golpeaba.— Vio que no se movía , ni se quejaba del dolor... Su cuerpo empezó a temblar, sus manos a sudar. Su corazón a palpitar muy fuerte. La mató. No se arrepentía en lo absoluto --de alguna manera agradecía ya librarse de ella.-- Tomo la rosa que le había pedido y se la tiró encima. Se hecho una bolsa y se largo. No alerto, no llamó a nadie. Así, sin más se fue. No le causó siquiera lastima de verla ahí, en el suelo con su cuerpo lacerado, corriendo sangre de la heridas. Sonia sólo se fue.
**
Días después, las autoridades recibieron una llamada, notificándoles de un olor extraño
—a putrefacción— proveniente de una cabaña. —Un hombre mientras buscaba leña sintió el olor, tocó y nadie abrió; el, olor no se soportaba él pensó que algún animal había muerto ahí dentro,— no muy lejos de la ciudad... Así fue como el cuerpo de Alejandra fue hallado sin vida, desfigurado y apestado... Nadie sabia de ella. No había registro ni aún de su nombre.Nadie la conocía, nadie supo nunca de todo lo que vivió, de todo el dolor que sintió, del sufrimiento que tuvo que pasar. Nadie sabia de su historia...
Su caso fue registrado, —no había tampoco señal del asesino.— El tiempo paso y nunca se pudo cerrar... Con el pasar de los años sólo fue archivado en los casos no resueltos y más tarde olvidado.
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Holaa, por fin... ¿No lo esperaban? (Déjenme saber que les pareció por favor ) Aún queda un capitulo mas y listo.
Créanme que fue difícil editar, corregirla algunas cosas. Volver a leer esta parte toco de nuevo mi corazón.
Espero les haya gustado... 😇🤗
Bendiciones! 💛🌱
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UN NUEVO COMIENZO...
Short StoryAlejandra es una joven de 19 años, -que en silencio ; vive de sueños, anhelos, metas por querer cumplir- viviendo una realidad dolorosa; teniendo momentos hirientes, injustos; momentos de impotencia. Sufriendo de un tema -que en todos los tiem...