Evan Peters y Effie Aldridge han sido vecinos desde pequeños, su relación es tan extraña , que un día se llevan mal y al otro día se llevan bien.
Sus historias se basan en travesuras y buenos momentos de amigos, hasta que comienzan a confundir sus...
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Ya tenemos treinta y los gemelos están grandes y sanos, son iguales a Evan.
Ellos son todo para mí y Michael, mi padre, a pesar de haber sido un cretino, lo perdoné, tiene una relación cercana a nosotros y adora a nuestros gemelos, incluso adora a Evan.
A pesar de tanta tragedia, al final todo salió como esperaba.
Los miro desde la ventana y los tres juegan. Kit y Kyle corren por el pasto y aman a Thor en sus últimos años de vida, él ya está muy viejito y sólo duerme bajo el sol.
Evan los toma y los levanta hacia el cielo, les da vueltas por el pasto y terminan columpiándose, al rato se aburren y deciden jugar a la pelota, Evan simula ser derrotado por dos infantes y ambos se lanzan hacia él, dándole besos. Puedo ver el rostro de Evan, con un poco de tierra y me imagino que pegajoso por los restos de dulces en las manos de Kit y Kyle.
- Te amo papi.- Kit besó su mejilla.
- Pero yo te amo más.- Kyle abrazó fuerte a Evan.
- Y yo los amo por igual chicos.- Evan abrazó a los dos.
- ¿Y a mami?- preguntó Kyle, rascando su nuca, como lo hace Evan.
- Mami y yo somos novios.- Evan habló en voz baja, como contando un secreto.
- Mami es hedmosa.- Kit se lanzó al pasto y comenzó a reír.- Y tiene nombre de mariposa.
- Sí, si tuviera una de mascota, le pondría Effie.- Habló kit lleno de risa.
- Los amo, hijos.- dijo Evan, revolviendo sus cabellos rubios.
Al verlos felices, salí de la casa y corrí hasta el pasto y me senté a observar lo que hacían.
- ¿Qué pasa amor?- Evan se sentó en el pasto a mi lado.
- Nada, vine a verlos jugar.- Evan se acercó a mí y me besó de forma dulce.
- Te amo, gracias por darme a Kit y a Kyle, son los niños más lindos de la tierra.- Él rió y yo acaricié su rostro.
- Te amo más.
Jamás hubiera imaginado que terminaría así con Evan.
Miraba su rostro, pálido, de facciones finas y labios rosados.
Evan me ha enseñado todo en la vida, todos los sentimientos del universo.
Aprendí que los chicos a veces son crueles, pero cuando estaba en peligro, siempre me salvaba.
Cuando crecimos, él siempre me trataba con indiferencia y bromas crueles, pero jamás dejó que alguien me tratara mal. Hacía calmar todos mis dolores y cuando tenía miedo, él se encargaba de matar a todos los posibles monstruos que habitaban mi clóset.
Con tan sólo el primer beso, supe que él sería el hombre de mi vida. Ni Vanessa, ni Ryan, ni Melanie Harrison, eran más fuerte que lo nuestro.
Éramos tan poco convencionales, adultos de treinta, viviendo en una casa con figuras de lego como adornos, cuadros con imágenes de súperheroes, una cocina con miles de colores.
La sala de juegos de Kit y Kyle tenía una carpa llena de luces blancas de esas de navidad, y en el techo, estrellas luminosas junto a los planetas.
Los Domingos, jugamos a los piratas y a los guerreros, yo siempre soy la doncella en apuros, y Evan, kit y Kyle, van a rescatarme y al final, los tres me llenan de besos.
Algunos sábados, armámos nuestra carpa familiar y acampamos en el patio, al lado de la alberca, hacemos una fogata y enterramos malvaviscos en unas ramas que sacamos del manzano de nuestra casa.
La vida era hermosa junto a los tres. Y si es posible, invitamos a Timothy, nuestro eterno vecino y amigo.
