cincuenta y uno

347 43 5
                                    

Eran las nueve cuando llegamos a casa. El cielo estaba poblado de brillantes estrellas, y la luna estaba en su máximo resplandor.

—Te recuerdo que me dijiste que me ayudarias con las partituras, así que bájate del auto —le dije, sin importarme la hora. El rió levemente, pero se bajó sin protestar. Mientras subíamos en el elevador, en el ambiente se sentía una especia de tensión que no supe describir—. Sam, ¡llegué! ¡y tengo compañía! —exclamé al entrar.

—¡Usen protección, y gracias por avisar, no saldré de aquí! —exclamó de regreso.

Gwilym comenzó a reír y yo lo miré de mala gana, pero también sonreí levemente.

Un pensamiento pasó fugazmente por mi mente y no supe porqué, o no quería admitirlo: afortunadamente mi habitación está al otro lado del piso, lejana a la de Samuel.

Ve a mi habitación, es la puerta del pasillo de la izquierda —le dije a Gwil. El asintió, y sabía que no había pérdida porque era la única puerta. Fui a la cocina y llené un cooler con jugo 3 en 1. Naranja, zanahoria y remolacha.

Era la cosa más sabrosa de esta vida.

Entré a mi habitación y lo encontré sentado frente al piano, leyendo las partituras que debía aprenderme. Lo empujé levemente con la cadera y se hizo a un lado.

Al sentarme, lo ofrecí un poco del jugo que tenía.

—¿Qué cosa es esta? ¿Por qué es morado? —me preguntó examinando el contenido.

—Tomalo, Gwilym —refunfuñó un poco, pero lo hizo. Me dio una mueca de aprobación y yo sonreí victoriosa—. Acabas de tomar jugo de naranja, zanahoria y remolacha.

Su expresión era una jodida obra de arte.

—Mejor comencemos con lo que debes estudiar, ¿sí? Deja tu extraña mezcla para después.

Pasamos al menos dos horas tocando las notas en el piano, en algunos momentos me regañaba porque no le prestaba atención y me quedaba observandolo. Yo sólo le decía:

—Uh, discúlpame por no poder resistirme al monumento que tengo frente a mí.

Lo hacía reír y seguía ayudándome. Por suerte, conseguí aprenderme la mitad de la pieza a la perfección. Era un buen profesor.

—Me cansé. Ven, salgamos —lo tomé de la mano y lo arrastré conmigo hacia el balcón de la habitación. Me apoyé en el barandal y él hizo lo mismo.

—Es una bonita vista —me dijo mirándome. No sabía si se refería a mí o a la vista que proporcionaba el lugar. Se quedó contemplando los edificios que se veían, el cielo estrellado. Me pareció tan bonito que decidí tomarle una foto. Me acerqué mucho. Mucho. Obviamente se dio cuenta, pero no se molestó en moverse. Simplemente siguió ahí con la misma posición, admirando la vista que le regalaba mi balcón—. Podría quedarme aquí toda la noche.

—Por mí no hay problema —murmuré, pero el volteó hacia mí y sonrió de lado.

Pasaron las horas, realmente no sé cuántas, en las que hablamos de diferentes cosas. Llegó un momento en el que mi jugo se acabó, y yo quería más porque lo usaba como distracción cuando no tenía respuesta para algo.

Así que fui a la cocina rápidamente e intenté hacer el menor ruido posible, porque ésta estaba al lado de la habitación de mi hermano y él tenía un sueño muy ligero. Cuando volví, encontré a Gwil acostado boca abajo en mi cama.

—¿Estás cómodo?

—Sí, tu cama es cómoda —cerró los ojos por un momento— ¿Qué hora es?

—Mierda, las cuatro. Se supone que tenemos clase a las ocho.

—Entonces vamos a dormir. Ven.

Me quedé de pie sin saber qué hacer, y tomé un gran trago de mi jugo. Caminé despacio, dejando mi cooler en la mesa de noche. Rodeé la cama y me senté a su lado.

—¿Y quién te dijo que puedes quedarte? —le pregunté.

—¿Me vas a correr? —preguntó de vuelta mientras se sentaba frente a mí. Quedamos frente a frente, y sólo un movimiento podía cortar la distancia.

—Podría —murmuré.

—Podrías —la palabra salió de sus labios casi en un susurro. Su vista estaba fija en mis labios, y yo no sabía que hacer—, ¿lo harás? —me miró a los ojos, y, jodida madre, estaba segura de que mi corazón latía a mil por hora.

—No lo sé, ¿por qué no lo haría? —susurré. Ni siquiera sé porque estábamos hablando tan bajo. Una pequeña sonrisa apareció en mis labios luego de la pregunta.

Él se acercó, eliminando toda distancia que pudiera separarnos. Se detuvo a, al menos, dos centímetros de mis labios. Podía sentir su cálida respiración, y esta mierda me estaba matando.

—Termina de acercarte y tendremos una respuesta —dije, aún con un tono de voz bajo, pero seguro.

El sonrió ampliamente y seguidamente sus labios tocaron los míos. Pasó una de sus manos por mi cuello y la otra la bajó a mi cintura. Pensé que la dejaría allí, pero no lo hizo. Se ayudó para acercarme a él, y así termine sobre su regazo.

No era un beso desesperado o torpe, era profundo, lento y apasionado. Era el tipo de beso que había esperado toda mi vida, y jamás pensé que vendría de él.

Creí que mi jugo era la cosa más sabrosa de esta vida, pero no.

Los besos de Gwilym Lee lo eran.





n/a:
sooooo quedan 8 capítulos de esta historia y no me quiero despedir de los fanfics, así que publicaré uno de Joe apenas termine esta (será entre hoy y mañana)
ESPERO QUE ME LEAN, OK
y siganme en twitter, que doy follow back @ mdpr_

talk to me; g.leeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora