Prólogo

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Solo podía pensar en aquella noche, en como sus perfectos ojos grises se paseaban por mi cuerpo como si quisiera poseerlo. Yo rezaba para que no acabase nunca. Sus ásperos dedos se deslizaban por mis muslos y su suave lengua por mi abdomen.

-No pareces muy convencida reina -me dijo.

-Te dije mil veces que no soy tu reina.

-Lo eres, al menos para mi, y dentro de poco para todo el mundo, solo tienes que soñar más y recordar -dijo desapareciendo en la oscuridad.

AmnesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora