CAPITULO 1

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Me desperté empapada en sudor otra vez, sé que son sueños pero parecen tan reales… Siempre sale el mismo chico en ellos, y nunca logro verle la cara, solo esos ojos grises que me miraban deseosos.

Bueno, otro día más, hoy es lunes y estoy impaciente por contarle a mi amiga Ana, lo ocurrido esta noche.

Ana es mi vecina/mejor amiga, nos lo contamos todo y siempre que estoy con ella nunca me pasa nada malo, enserio, me ha salvado de muchos accidentes.

Este año es el último que nos queda para graduarnos, no se como ha pasado todo tan deprisa ya que me acuerdo vagamente de los últimos años, es como si faltara parte de mis recuerdos, como si una parte de mi estuviera encerrada en un baúl.

Llevo desde hace un mes que cumplí los 17 sintiendo como si alguien me observara, en la calle, en mi cuarto por la ventana, cuando voy a comprar… pero no es una presencia mala, es.. Acogedora.  Mis amigos dicen que estoy loca pero yo sé lo que siento.

                                ****

Cuando salí de casa, Ana ya estaba en el banco de enfrente, como siempre. Estoy tan nerviosa que me he puesto lo primero que he visto en el armario, no me queda mal, pero tampoco voy a ir causando tendencia.

-¡Hola Sara! ¿Que tal la noche?

-He tenido otro de mis sueños…

-¿Enserio?  Tienes que dejar de pensar en ello, no te hace ningún bien, cuanto menos tiempo pases con tu chico de ojos grises imaginario mejor. -dijo sacudiéndose las manos.

Le conté todo el sueño, y ella solo me miraba sonriente, como si ya supiera todo, como si no le sorprendiera nada de lo que le digo.

-¿Por qué no me haces caso a mi sobre dejar de soñar con él en vez de hacer lo que te dice e intentar recordar algo que no existe? -dijo molesta.

No quise decir nada más sobre el tema porque sabía que no le apasionaba, solo que no entendía por que, al fin y al cabo… ¿Son sueños no?

Todo el camino transcurrió en silencio, no sabía que decirle, tampoco hice nada malo para que se enfadara conmigo…

Cruzamos la calle para comprar el desayuno en nuestra cafetería favorita “Red Door”, y mientras Ana pedía lo de siempre yo me limité a mirar por la ventana.

Había un chico con capucha al otro lado de la carretera mirándome fijamente. Sentí como se me erizaba todo el vello del cuerpo, mire a Ana para ver si ella se había dado cuenta, y cuando giré la cabeza de nuevo a la ventana… el ya no estaba.

-Toma, ya tengo todo -susurró Ana detrás mía- ¿qué te pasa?  Parece que has visto un fantasma.

-No… no es nada -dije sin apartar la mirada de la calle- es solo… que estoy cansada, nada más.

-Bebe el café y te sentirás como nueva, vamos, ¿no quieres llegar tarde el primer día, verdad?

Llegamos a clase justo cuando sonaba el timbre, nos sentamos en nuestro sitio y vimos a Julia y Austin sentados en la fila de delante.  

Julia y Austin son mis otros amigos, a ellos les conocí en el Instituto gracias a Ana.  Ahora somos todos inseparables, son las únicas personas que hacen lo imposible por cuidar de mi, incluso creo que están más atentos a lo que hago yo que a sus propias vidas, a veces es agobiante pero te acostumbras.

Cuando llegó el profesor al aula, entró con otro alumno, uno que me resultaba muy familiar, como si ya le conociese. Le indicó donde sentarse y le dio el libro de la asignatura, le preguntó algo que no llegué a escuchar y se despidieron.

El chico se sentó en el pupitre detrás de mi. Podía oler su fragancia desde mi silla, era como si todo se parara y solo estuviéramos nosotros, me giré para verle mejor pero el ya me estaba mirando, lo único que alcancé a ver antes de girarme de nuevo torpemente fueron sus ojos, esos ojos grises…

AmnesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora