Este caos solo es propio de películas y libros de terror. Mi cuerpo reacciona tan solo por instinto, busca la supervivencia ante este gran peligro. Los cuerpos, escombros y sangre se amontonan. No entiendo nada y soy incapaz de comprenderlo con los ruidos que hay a mi alrededor. Gracias a la nube de polvo que se levanta, soy incapaz de diferenciar de que bocas vienen los gritos de desesperación y auxilio que, a su vez, son tapados por ruidos de disparos y de ondas que tocan suelo y explotan.
Me encuentro agazapado, escondido tras una única pared que antes pertenecía a una casa. Siento como la planta de mis pies ensangrentados tocan el frío suelo de un antiguo hogar, a la vez que se manchan de la tierra que ahora lo cubre. Entre mis brazos, rodeo una escopeta antigua con una bayoneta mal afilada en el comienzo de su cañón. Desconozco si quiera si está cargada o no pero sé que eso no importa. Sea lo que sea que esté haciendo daño, matando a nuestro pueblo, es implacable y no importa nuestros esfuerzos. Son inútiles.
Mi respiración es torpe, cargo una bala cerca de mi corazón y es por ello que mi mano aprieta la herida en un intento desesperado de parar la hemorragia. No sé como una una bala ha acabado en mi cuerpo, pues el monstruo que nos asola es capaz de lanzar rayos por sus brazos y de convertir a los pueblerinos en algo así como chocolate. Por fortuna, aún no he visto al asesino de cerca y, si salgo de esta, tampoco tendré intención de buscarle.
Mientras apoyo lentamente mi espalda contra la agrietada pared, contemplo de forma desorientada, ambos lados. A mí izquierda está una señora mayor, vestía un jersey rojo con una gran bufanda de estampados de flores manchados de sangre. Temblaba de miedo, murmuraba rezos y lloraba. A mí otro lado, una mujer vestida con una manta negra que cubre a su pequeña hija con coletas y esta se apoya en su pecho. La madre, con su mano izquierda, tapa los ojos de su niña seguramente con el objetivo de que ésta no viera la mutilación del otro brazo de su madre. Todo se oía borroso, pero por alguna razón, la sangre que brotaba del brazo, llegaba a escucharla de una manera precisa y elevada. Sonaban como unas cataratas.
Todo esté ambiente solo hacia que me pusiera peor. Empezaba a sentir náuseas y dolor de cabeza. Me estaba mareando más y más hasta que una explosión asestó tras de mí logrando que, del impacto, cayera de tal manera que mi cabeza golpeará el suelo. Todo se volvió negro después de eso. Al fin había silencio, aunque esté daba más miedo que el propio ruido.
No se cuantas horas pasaron hasta que abrí mis ojos pero, sin duda, no las suficientes. Mis labios sabían a sangre y todo olía a polvera y a quemado. No sentía mis piernas, es como si siguieran dormidas aunque, cuando levante mi torso con ayuda de mis manos y eché la mirada atrás, me di cuentas que mis piernas estaban atrapadas entre escombros. Todo estaba en silencio, pudiendo escuchar mi aliento deshidratado y mis huesos crujir. Miré a alrededor y había desaparecido aquella nube de polvo al igual que las personas que se escondían en ella. Habían también desaparecido los cuerpos de los asesinados y, en el suelo donde apoyaba mis manos, había muchas migas de galletas. Con una leve sonrisa en boca, pensaba en lo obvio que había pasado.
No sabía cómo actuar, mi cuerpo tiembla y yo siento la necesidad de gritar y llorar, pero no me atrevo a hacerlo. Bajo mi cabeza y pienso en mi madre y pienso si seguirá viva o no. Su leve recuerdo hace que de mis ojos broten lágrimas que caen al dulce y grotesco suelo. Sin previo aviso, la herida que tenía en mi pecho parece retorcerse en este justo momento, apoyando mi brazo en el suelo y apretando mi herida con la otra mano. Me retorcía de dolor y lágrimas y comencé a gritar y a llorar con más intensidad. No quería nada de esto.
El dolor iba a más, la herida empezaba a ser mortal para mí y se iba agravando por la situación en la que me encontraba. Mientras mis sentimientos de dolor y lástima se mostraban a plena voz, mi pensamiento lógico se preguntaba porque yo no había sido transformado en un dulce o una comida en general. Cuestión que rápidamente se contestó.
Mientras dejaba la cabeza apoyada en el suelo, mezclando sangre con lágrimas, hoy unos pasos que venían de en frente de mí. Giré la cabeza, arrastrándola por la arena, y vi una figura borrosa. Me siento mal, mareado, en un punto crítico. No sentía fuerza en mis extremidades y ya tenía en mente que era mi fin, que al fin la muerte se me acercaba. Mientras iba perdiendo el conocimiento, la figura borrosa se iba acercando. Cuando ya podía visualizar cerca de mi sus extraños zapatos, cerré los ojos en señal de piedad, rogándole que me dejara una muerte no tan dolorosa.
Solo podía escuchar sonidos extraños y entre ellos estaba el levantar los escombros que aplastaban mis piernas. Tras eso, la figura me dio la vuelta y note como ponía la palma de su fría mano sobre mi pecho, en la zona de la bala. Poco a poco desaparecía el dolor y todo se iba facilitando. Mi respiración volvía a ser más normal, además de no sentirme nada cansado. Esto era extraño y bueno, pensado que un héroe había venido a salvarme aunque más bien se trató de lo contrario.
Al abrir mis ojos, el brillante sol cegaba la figura que se encuentra cara a mi. Mi salvador estaba a contraluz pero, por la forma de su rostro, se que no es humano. Busco aclarar mi visión mientras que él sujeta mi cabeza por la nuca y me la levanta lentamente, logrando verle con total claridad. Mi vista se sorprendió al ver de quién se trataba.
Su cuerpo seguía siendo del mismo color rosa chicle, pero su aspecto había cambiando drásticamente. Su cara era más delgada y podía ver por primera vez sus ojos de color rojo. Por otro lado, parecía estar enfadado pues tenía el ceño fruncido y los labios cerrados en forma de tensión. Yo le sonríe en manera de agradecimiento, lo que él me respondió con una mueca de sorpresa. Pensaba que estaba a salvo pero, aún conservando esa cara de asombro, puso la palma de su mano cerca de mi cara y creo energía en ella. Parece que quería matarme.
Yo actúe normal, quizás no trato de ayudarme sino que quizá acabar él conmigo y no morir por un desprendimiento. Le sonreía mientras lágrimas salían de mis ojos, no quería morir pero lo acepté. Estaba esperando con vellos de puntas a mi ejecución pero esta se hacia cada vez más larga. Cuando quise darme cuenta, su mano temblaba y su respiración se estaba volviendo cargada para él. Cuando cargo esa especie de onda, en vez de yo recibirla, cambio de dirección y la lanzó hacia un edificio en mal estado.
Ese monstruo, rodillas sobre mi, agarraba su cabeza con ambas manos y estiró su cuerpo hacia atrás, comenzando a gritas de una manera desenfrenada y poderosa. Tras ese derroche de aliento, dejó caer sus brazos pero aún mirando hacia arriba. Empezó a bajar poco a poco su cabeza hasta que está chocará de manera leve con mi frente. Yo estaba inmovilizado no por terror, sino por prevención. No sabía lo que pasaría si por algún casual moviera algún músculo.
Podía sentir como su mirada cargada de irá observa mis ojos tan de cerca. Lograba escuchar como sus dientes rechinan entre sí en señal de furia, además ver sus marcadas venas y de sus agujeros salir un vapor caliente.
Me gustaría salir corriendo pero el momento me lo impide, además de que creo que mis piernas están rotas. Entre sus respiraciones cargadas, y sin yo quitarle los ojos de vista, empiezo a escuchar balbuceos, está tratando de decirme algo pero no logro entenderlo. Cada vez que abre la boca para intentar decir algo, deja caer saliva que empapa mi cara y sobre todo mis labios. En uno de estos intentos, cogió aire y luego hablo más relajado.
¿P-por qué...? - Dijo con una voz calmada pero nerviosa. Yo le prestaba atención mientras comenzaba a parecer que se calmaba.
¿¡Por qué no puedo matarte!? - Mientras dijo eso, golpeó con puños cerrado a ambos lados cerca de cabeza. Trague saliva mientras veía como descansaba su cabeza sobre la mía. Lentamente, coloqué mis manos en ambos mofletes del monstruo. Él se sorprendió pero no me lo impidió. Levanté despacio su cara y me quedé mirándolo y él a mí. Estaba algo asustado pero volvía a analizar su cara pues ahora parecía otra persona. Le sonríe.
¿Por qué me sonríes? ¿Te estás burlando de mi? - Notaba sus puños apretar pero yo estaba calmado. Le negue con la cabeza sus preguntas y le continúe sonriendo.
Tú no eres alguien malo, Buu - le respondí mientras él me miraba y volvía a apretar sus dientes y a fruncir el ceño. Separó mis brazos despacio y se levantó de encima de mí. Se alejó un poco y volvió a gritar pero está vez acompañado de ondas de energía rosas que chocaba con todo lo que podía. Todo volvía a temblar y caí de nuevo inconsciente.
ESTÁS LEYENDO
[PAUSADO] "Majin Buu" (Super Buu x OC.) [Historia]
FanficEn la línea original de Dragón Ball Z, Majin Buu gordo logra encontrar su parte bondadosa gracias a Mr.Satan y sobre todo a través del perro de nombre Bee. Por un lado, Bee fue el único ser vivo que no huía de él y eso hizo que Buu sintiera cierta...