Capítulo 3.
Llegó a la plaza nuevamente y se sentó en uno de los tantos bancos que había en aquel lugar. Sus hermanos seguían jugando con dos pequeños mellizos pero Sarah estaba segura de que en unos pocos minutos se cansarían desde que llegaron no pararon de correr por toda la plaza. Los cuatro pequeños dirijieron sus miradas hacia Sarah, quien estaba sumergida en sus pensamientos, y empezaron a caminar hacia ella.
-Sarah, tenemos sed.- Dice Ailen mientras carraspeaba su garganta junto con Theo, los otros dos pequeños de la misma edad de Ailen miraban tímidamente a Sarah.
Sarah reaccionó y de su bolso sacó una botella de agua y se la dió a sus hermanos quienes rápidamente tomaron agua de ella.
-Hola.- saludaron los mellizos, Sarah dirigió por primera vez la mirada hacia ellos, no recordaba a quien pero tenían cierto parecido a una persona.
-Hola.- sonrió tiernamente pero luego frunció el ceño.- ¿Y su mamá, pequeños?
-Está en casa.- Contestaron al unisono.
-¿Están solos?
-No, vinimos con nuestro hermano mayor. Pero no sabemos en dónde está.- Contestó uno de los mellizos. Se notaba que era el más sociable de ambos.
Sarah miró por toda la plaza buscando a alguien que seguramente tendría cierto parecido a esos dos pequeños pero solamente vió a una silueta d euna persona corriendo hacia ellos cinco.
-¡Brian! ¡Julian! .- gritaba aquella persona, los dos pequeños miraron hacia atrás y saludaron.
-¿Aquel es su hermano? .- preguntó Sarah y cuando los dos pequeños asintieron, ella arrugó la nariz haciendo verse tierna pero ella no lo sabía. Estaba pensando que aquel muchacho era irresponsable y se notaba a kilómetros. Y al verlo mucho mejor, se dió cuenta que su definición era perfecta. Aquel muchacho era el chico que le había arrebatado el tan preciado libro.
-¿Tú otra vez? ¿No fue suficiente que me querías sacar el libro que ahora vienes y me quieres sacar a mis hermanos? .- Fue lo primero que dijo arrugando su entrecejo mientras sus hermanos se escondían detrás de él. Sarah se sintió realmente ofendida.
-Primero, no te quise sacar el libro simplemente yo lo vi primero. Segundo, tus hermanos vinieron a mí porque estaban con mis hermanos. Y tercero, tú eres un irresponsable.- Contestó levantándose de su asiento. Mientras aquel chico la fulminaba con la mirada.
-Tú no eres nadie para decirme cómo soy, ni siquiera me conoces.- Dijo el muchacho desconocido.
-Tú tampoco me conoces, no tienes derecho a venir y decirme que te estaba sacando a tus hermanos. Eres un completo idiota.
Eso fue lo último que dijo mientras Sarah se iba agarrando con cada mano la manos de sus hermanitos.
El muchacho se había quedado sin palabras mientras veía a la atractiva chica yéndose con sus hermanos. Fue ahí cuando escuchó la voz del pequeño Brin.
-Nate, eres un idiota. A las chicas no se las trata de esa manera.- Nate miró a su hermano de nueve años y se sintió realmente estúpido al discutir con una chica al frente de sus hermanos y haber quedado como un idiota frente a ellos.
-Vamonos a casa, ya es tarde.- Comentó y agarrándose de las manos de sus hermanos también se fue por el mismo camino que el de aquella muchacha.
Llegaron a su casa, o mejor dicho, mansión. Su cas era exageradamente enrome, no tanto como las demás pero resaltaba bastante. Tenía demasiadas habitaciones que la mayor parte del tiempo están vacias. Más de cuatro baños, las paredes, muebles,etc estaban todos bien cuidados. En esa casa resaltaba la grandeza y la limpieza.
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