Noveno Encuentro

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Noveno Encuentro

Regina se recostó en su cama de la mansión que ahora le parecía enorme. Había pasado de tener un hijo y una ciudad a sus pies, a quedarse completamente sola. Era cierto que Henry le dio un sincero abrazo por haber salvado a Emma y a Snow, por haber confiado en él, pero eso no cambió el hecho de que volvió sola a casa. Tampoco haber sido invitada a la cafetería y haber intentado compartir su tiempo con los pobladores de Storybrooke. Estaba agradecida por la intención de Emma, pero las cosas nunca serían tan ideales.

Emma. Qué extraña mujer. La había odiado y también la había salvado. Le había salvado el alma trayendo a Henry de nuevo, mientras quebraba la ilusión de su maldición con aquel beso. Luego no había dudada en salvarla de Whale ni de aquel engendro que la había marcado. Incluso, se había expuesto a sí misma a morir por protegerla. La había quitado de en medio y caído en su propia trampa.

Por cuidar de ella casi no puede volver a su mundo. De ella, que había estado a punto de dejarla sumida en un letargo eterno con aquel pastelito. A ella que había puesto en peligro la vida de Henry por temor. Si, por temor. Por temor a perderlo y por temor a esas sensaciones que Emma le causaba cuando tenían sexo. Cuando se perdían la una en la otra. Dios, la odiaba. La odiaba y al mismo tiempo estaba aterrada por no poder odiarla lo suficiente. Cocinó su hojaldre y se lo dio. Luego, se enroscó con ella en esa batalla sexual y estuvo a punto de pedirle que no comiera de él. A un segundo. Pero el temor fue más fuerte, el temor a ser vulnerable domina tanto los sentidos que cometes tonterías donde pudieras haber salido favorecida.

Todos aquellos días en que Emma permaneció perdida, ella estuvo pendiente de lo que pasaba con el hijo de ambas. Se lo debía. También porque era una manera de no sentir tantos remordimientos y de distraer su mente cada vez que le aseguraba que ella podría haber estado con Emma en ese momento, retozando entre sus piernas. Echando la vista atrás, Regina estaba segura de que Emma no hubiera aguantado nada sin tenerlos cerca. A los dos. A Henry, pero también a ella. Porque con los días de separación, la propia, ahora, ex alcaldesa había padecido la distancia de no sentirla como si fuera un tumor lacerante, lamentando el que tal vez no pudieran volver a verse más.

Lo cierto era que con la maldición rota las cosas cambiaron. Ahora, Emma tenía padres y ellos eran sus peores enemigos. La forma en la que Emma la trató desde que consiguió regresar la hicieron sentir que aquel fuego en su piel no saciaría más. Parecía indiferente, distante. Se esforzaba para ser cortes por Henry. Regina lo merecía por ambiciosa, por egoísta. Este iba a ser su castigo.

Cerró los ojos para llamar al sueño y no hubo forma de que resultará. Abrió uno y vio el reloj que marcaba las 3:30 am. No iba a poder dormir, otra vez. La brisa de la ventana abierta le llegaba a trompicones y se acurrucó mejor en la cama. Y, de repente, aquel peso a su lado hizo que se saltará un latido. Sabía perfectamente quien era aunque necesitará comprobarlo.

-Emma...

-No puedo dormir – dijo la rubia, arrodillada en la cama junto a ella.

-¿Por qué?

-Tú tampoco – respondió Emma como si fuera una excusa – y no lo niegues.

-No ha respondido a mi pregunta – Regina vio como Emma observaba sus manos - ¿cómo está tan segura de que no puedo dormir?

-Porque respiras mucho más suavemente cuando te duermes – la rubia suspiró – te quedaste dormida aquel día en casa de Mary Margaret.

-No lo recordaba – Regina carraspeó - ¿qué haces aquí, Emma?

-No puedo dormir – repitió la joven.

-Ya lo habías dicho.

Emma se inclinó sobre su rostro y pasó sus dedos fríos por su piel, fríos de la intemperie. Delineó sus rasgos con curiosidad – no puedo dejar de pensar en ti – ofreció como disculpa – todos estos días, en el bosque encantado o como se llamé, yo pensé mucho en ti, Regina – soltó un largo bufido de cansancio – y esto de tener una madre que te pregunta continuamente si te pasa algo es muy pesado – ambas se rieron ante esa revelación.

"Si te gusta algo, lo tomas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora