Décimo Tercer Encuentro

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Décimo Tercer Encuentro

Llegar a Henry estaba cada vez más cerca. Al final, todo el grupo se había vuelto a unir para su rescate. A Regina le había gustado encontrar a Emma luego de su separación aunque no lo manifestará, pero no esperaba verla flanqueada por esos dos pardillos. Se enfadó tantísimo con Emma cuando decidió seguir los consejos de su madre para verificar si Neal estaba vivo o no. Y la razón por la que se separó del grupo era más que lo que expresó con palabras. Ver a la rubia elegir al padre de su hijo por sobre sobre Henry, y por sobre sus deseos, le molestó terriblemente. ¿Qué tenía que hacer? ¿Un pacto por cada tío con el que Emma se había liado? Odiaba sentir tanto odio hacia Hook y Neal, odia estar celosa. Ella no quería estar celosa, pero lo estaba. Explotaba de celos.

La última mirada que Emma le regaló antes de separase no hizo más que enfurecerla. Había en ella un poco de temor, otro poco de pena. Lástima. Esa mirada le mostraba lástima. Ella no iba a ser la dueña de la lástima de Emma Swan.

Neal era importante para Henry, Regina lo sabía y, muy profundamente, entendía a Emma. Él era ese hombre con el que había hecho planes y se había entregado al punto de quedar embarazada. Los unía un vínculo que Emma no había estado predispuesta a asumir nunca más. No lo admitiría, pero le asustaba esa conexión. Le gustaba que Emma fuera independiente, que no tuviera mochilas, que pareciera invulnerable a los dramas románticos.

Lo bueno de tener a los pardillos al mismo tiempo alrededor de la rubia era que se concentraban más en pelear entre ellos que en cortejarla. Como ahora, sentados alrededor de la fogata en una de las paradas que hicieron en esa travesía en manada. Rumple se marchó a su aire, sin preocuparse de nadie, aprovechando el entorno para reflexionar sobre cosas que Regina prefería no especular. David y Snow sólo querían estar solos y juntos. Vaya idiotas pesados. Y así quedaron los "jóvenes" alrededor de la hoguera, con la tensión en el ambiente. Tensión que solo a un pirata se le va a ocurrir combinar con ron. Con el más asqueroso y asfixiante ron que Regina había probado. A pesar de lo mal que sabía, allí estaban los demás bebiendo como si no hubiese un mañana y discutiendo para variar sobre Emma.

-Ella me besó – el pirata levantó el mentón en señal de haber ganado la partida a dos bandas.

-Y a mí me dijo que me amaba – Regina observó de reojo a Emma que se hundía un poco más en el ron cada vez. ¿Así que le había dicho que lo amaba? ¡Patrañas! Seguro eran patrañas de esa sheriff mentirosa.

-Pero luego se arrepintió, estuve en esa cueva, Bael...

-Pero porque no he tenido tiempo de resarcirme – se defendió el hijo de Rumple – cuando podamos volver a Storybrooke pienso pelear por ella hasta que sea mía.

-Ni pienses que te la voy a dejar en bandeja – replicó Hook.

-¿Pueden dejar de decir estupideces los dos? – Emma pareció llegar al hartazgo – lo voy a repetir una vez más: si tengo que elegir entre los dos – la morena prestó atención – elijó a Henry, él es el único amor de mi vida.

Regina sonrió satisfecha con esa respuesta. Más que satisfecha. Indirectamente, ella era parte del combo que incluía a Henry. Baelfire o Neal o como sea que quiera llamarse ese palurdo lo era también, pero no tan claramente como ella. Cuando recuperarán a su niño y volvieran a Storybrooke se iba a asegurar de darle a la sheriff más que una razón para olvidarse de esos dos tipejos. Emma tendría al amor de su vida y a su madre adoptiva también.

Campanilla soltó una risotada que retumbó en el claro por todos los rincones - ¿Cómo se han quedado los dos? – el ron no era un buen amante de las hadas o al menos de las que no tenían alas – ella se queda con el chaval y ustedes pueden ir buscando su masculinidad en alguna papelera.

"Si te gusta algo, lo tomas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora