La desaparición

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Yuri Plisetsky era el chico más hermoso de toda Rusia, o al menos, era lo que Víctor Nikiforov pensaba mientras caminaba a su lado por la playa más bella ubicada en Vladivostok hacía un año atrás.

Víctor y Yuri se habían conocido en un viaje de negocios al que Víctor tuvo que asistir, mientras que Yuratchka Plisetsky intentaba adaptarse a su nueva vida lejos de Moscú, solo con su abuelo y su pequeño gato de tan solo dos meses de edad. En cuanto el hombre de casi treinta años y el joven cruzaron miradas, una chispa se encendió de inmediato y no tuvo que pasar demasiado tiempo para que decidieran comenzar a tratarse, a frecuentarse y un dulce sentimiento desconocido se apoderara de ambos como si se tratara de la primera vez.

Víctor había tenido numerosos amantes a lo largo de su vida y solo una pareja formal, con quien había decidido terminar su relación debido a que su ex pareja debía mudarse a otro país y no habría manera de mantener el contacto físico. Víctor entendió que lo mejor era darle la libertad a Chris de vivir plenamente, al lado de un hombre que pudiera hacerlo feliz y no vivir a la expectativa de una sombra de su pasado que seguramente no volvería.

La ruptura, sin embargo, no fue sencilla para Nikiforov, pasó mucho tiempo antes de que se permitiera regresar a esos encuentros fugaces de una noche y prometió no volver a enamorarse jamás, juró guardar por siempre el recuerdo de Christophe Giacometti, pero no pudo cumplir su promesa... dos años después del último beso con él, se encontraba arrodillándose frente a Yuri Plisetsky y pidiéndole ser su pareja, después de haberle dado el primer beso que sellaría su amor y terminaría para siempre con el recuerdo de quien tanto quiso, pero jamás llegó a amar.

Se sintió culpable pero sabía, muy en el fondo, que Chris estaba con alguien más, aunque se negara a admitirlo, la culpa terminaría disipándose con el pasar de los días y desaparecería por completo el día en que decidió hacerle a Yuri el amor por primera vez.

Nikiforov podía asegurar que nunca se sintió tan pleno, y jamás creyó pertenecer a un lugar tanto como pertenecía al lado de Yuri, donde fuera, como fuera. Había perdido a Christophe por no haber ido a buscarlo a otro país, pero ahora no estaba dispuesto a vivir sin Yuri ni un solo día, así que buscó la manera de asentarse en el lugar al que solo había ido a vacacionar.

Y hubo una noche, una que no olvidaría jamás, en la que finalmente supo lo que era hacer el amor de verdad.

–Te amo Víctor- gemía Yuri entre sus brazos mientras alcanzaba el orgasmo y se descargaba en el vientre del mayor. El sonrojo del joven Plisetsky, el olor de su cuello y la textura de sus labios eran su paraíso, no pudo contenerse demasiado y se unió a su joven amante, descargándose en su interior.

De no haber sido por un único detalle, la relación habría sido simplemente perfecta, sabían que eran el uno para el otro, sin embargo, Nikolai Plisetsky, el abuelo de Yuri, se mostraba completamente escéptico al aceptar esa relación, y no solo por la razón de que Víctor fuera otro hombre, sino por la diferencia de edad de más de diez años, sin embargo, al plantearle su inconformidad a su nieto solo hizo que Yuratchka se rebelara en contra suya. De nada sirvieron todas las explicaciones que Nikolai intentó darle, Yuri no estaba dispuesto a dejar a Víctor bajo ninguna circunstancia y una noche discutieron tan fuerte, que el nieto de Nikolai decidió escaparse de casa, comprar una botella de alcohol y beberla en la orilla de la playa, la peor decisión que pudo tomar.

Las últimas palabras de su abuelo fueron "jamás aceptaré una relación degenerada como la que quieres llevar con ese hombre que casi te dobla la edad, Yuratchka" y sabía que hablaba en serio. Había intentado localizar a Víctor llamándole al celular, pero se encontraba apagado y no encontró dónde más refugiarse, así que optó por el alcohol. Sin embargo, esa noche había marea alta y Yuri decidió nadar y meterse hasta donde el agua lo cubría por completo. En cuanto comenzó a sentir frío, intentó nadar hacia la orilla, sin embargo, por cada metro que avanzaba retrocedía tres, la marea lo jalaba con tanta fuerza que le era imposible hacer algo al respecto. Intentó gritar y pedir ayuda, pero el sonido del mar y su inmensidad lo sumergían en un abismo de soledad... estaba solo, indefenso y no estaba Víctor ahí para salvarle la vida como hizo el día en que lo conoció.

–Vitya...- Yuri sintió las lágrimas derramar por sus mejillas y mezclarse con la tormenta que acababa de desatarse -perdóname-

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De Yuratchka Plisetsky solo se supo que salió una noche de casa y no volvió. No hallaron su cuerpo ni ninguna pista que pudiera confirmar su muerte, pero los hechos hablaban por si solos, en la orilla del mar estaba su teléfono móvil y la botella de alcohol, el mismo teléfono que había comenzado a sonar y brillar justo cuando Yuri se sumergió en el océano, golpeado por una ola gigante y deseando volver a salir, para volver a ver su teléfono brillar, completamente seguro de que Víctor era quien lo llamaba, tal vez si había alguna esperanza.

Había pasado un año ya, un año en el que Víctor se negaba a aceptar que Yuri había muerto, y cada noche regresaba al mar, a la roca en donde habían hallado el teléfono, con la esperanza de verlo volver, caminando con una sonrisa, completamente empapado y diciendo "¿Acaso te asustaste, anciano?". Muchos decían que Víctor había enloquecido.

Justo esa noche en que el año se cumplió, Víctor, por primera vez, comenzó a llorar desesperadamente , lloró amargamente, como no pudo hacer cuando le dieron la noticia de su desaparición, como si finalmente hubiera comprendido que Yuratchka no volvería jamás... pero no era esa la razón de su terrible estado mientras aguardaba por él junto a la roca.

–Ahora entiendo todo gatito...- murmuró y se limpió las lágrimas mientras se ponía de pie -te has convertido en una sirena... y me estás llamando, ¿por qué esperaste tanto para hacerlo?- Víctor comenzó a caminar hacia el mar alborotado -¿por qué elegiste esta noche de tormenta para aparecer?, el mar está picado... no podremos jugar en las olas- el agua rodeaba la cintura de Víctor -ni besarnos debajo del agua... al fin te encuentro amor- sonrió mientras sostenía el rostro del joven Plisetsky, a quien tanto amaba -creí que no te vería jamás-

–Y yo, Víctor- respondió Yuri -creí que jamás vendrías a salvarme-

FIN

BECAME INTO A MERMAIDWhere stories live. Discover now