iii.

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Valentina y Juliana cabalgaron casi en silencio durante varias horas. Por extraño que pareciera, Val no se aburrió en absoluto. Aunque se sintiera nerviosa por estar cerca de aquella desconocida (y no porque fuera su secuestradora precisamente), también se sentía extrañamente protegida a su lado.

-¿Ya hemos llegado? -preguntó Valentina por enésima vez.

-¿Te habían dicho alguna vez que eres muy pesada? -preguntó Juliana.

-Perseverante -corrigió la princesa.

Minutos después, Juliana frenó el caballo.

-¿Y ahora?

-Ya lo has preguntado como mil veces.

-Pero ahora has parado. Tengo fundamento.

Juliana suspiró.

-Te voy a liberar, pero no hagas nada raro. No quiero que se den cuenta de que estás...

-Secuestrada, capturada, retenida...

-Sí, eso.

La joven hizo lo dicho y cabalgaron algún rato más hasta que llegaron a un campamento. Parecía un lugar apacible, lleno de tiendas improvisadas de madera y tela, aunque en comparación con el palacio al que estaba acostumbrado Valentina aquello era lo peor de peor. Juliana las condujo hasta una de las tiendas, bajó del caballo y lo amarró a uno de los postes que la mantenían. Luego ayudó a descender a la otra.

-Juliana -dijo una voz de repente, sobresaltando a la princesa.

-Chino.

El hombre, de ojos claros y barba desaliñada, hizo un gesto con la cabeza en dirección a Valentina.

-¿Y esta?

-Es mi protegida, así que espero que no le pase nada.

Valentina se inclinó hacia ella.

-¿Quién es ese?

-Mi padre.

-Oh. No se parecen en nada.

El Chino pareció enfurecer ante ese comentario y su mirada intimidó bastante a Valentina.

-¿Qué estás insinuando?

-Nada, era un comentario -interrumpió Juliana para defenderla antes de girarse hacia Valentina-. Salí a mi madre, ya está. Por cierto, ¿dónde está ella?

-Fue al pueblo a vender unos muebles que consiguió ayer.

Valentina, sabiendo que ellos eran bandidos, era consciente de que conseguir era un sinónimo de robar.

-¿Muebles? ¿Qué clase de persona roba muebles?

-¿Para qué me molesto en defenderte si sigues haciendo esos comentarios? -dijo Juliana, rodando los ojos.

-¿Y bien? -preguntó el Chino-. ¿Traes algo?

Juliana asintió y le lanzó los pendientes, que su padre agarró al vuelo.

-Te darán bastante por eso.

El Chino asintió y, tras unos instantes de duda, se marchó. Valentina se volteó hacia Juliana.

-¿Nos vamos ya?

-No, es demasiado tarde. Vamos a quedarnos a cenar y a descansar.

Valentina trató de protestar, pero Juliana no cambió de opinión. Y resultó tener razón, ya que en menos de una hora ya había anochecido. ¿En qué momento Valentina había perdido la noción del tiempo?

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⏰ Última actualización: May 14, 2019 ⏰

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Mi príncipe azul (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora