¡Feliz cumpleaños, hermanito!

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Liana

Me estaba yendo bien por el momento, sentía que me observaban desde las sombras, pero no recibía ataques. la caminata se me hacia pesada, y tras cuatro horas avanzando me dolían los pies. Pero tenía que seguir, aquel bosque era mas largo de lo que me esperaba.

Mientras caminaba atenta al mas mínimo ruido me veía impulsada por el hecho de ver pronto a mis hermanas y a mi madre. Las cuatro eramos como un pilar, nos ayudábamos, complementábamos e incluso tomábamos cada decisión juntas.

El crujir de una rama me alertó, prepare mis adoloridos músculos para una carrera sin limite, tenia miedo y escrutaba la maleza de donde provenía el ruido.

Vi avanzar a un ser de tamaño de risa pero con unos dientes capaz de arrancarte el brazo de cuajo: un duende.

Veía su mirada hambrienta posada en mi piel, que de pronto se me puso de gallina. No esperé a que me mordiera, claro esta, salí corriendo, con fuerzas que no sabia que me quedaban, sin rumbo. Solo correr para sobrevivir, y mas viendo la sangre reseca que este gnomo asesino llevaba adherida a sus barbas.

Maldecí mi suerte, me había estado siguiendo todo el rato, silenciosamente, para marcar que era su presa y alejarme del palacio, que seguramente temía por los dueños del castillo, hasta yo, aunque quisiera comerme lo entendía.

Me Paré en un claro, creyendo que con su cortas piernas no habría podido seguirme. Recuperé algo de aire para mis pulmones necesitados y mire alerta por si acaso. Sentí un pequeño pinchazo en mi espalda, me di la vuelta en acto reflejo. Era ese maldito duende con su uña ultra larga y afilada, su sádica mirada me decía que ya había llegado mi hora, iba a disfrutar comiendome. No lo dejaría, corrí en dirección contraria que a donde había venido, cambiando el rumbo hacia la derecha, y como no me encontré en la carretera. Mire hacia todos lados, asustada.

Divise la cabeza del duende

-me gusta la comida que huye, luego la pillo con mas hambre -dijo con una voz casi inentendible mientras se dirigía con pasos cortos hacia mi. ¡Perfecto! El ruido del motor de un coche me hizo sobresaltar, cuan ciervo rodeado por cazadores, se unirían mas a la fiesta. El coche dio un frenazo y salió un ser muy bello pero con semblante contrariado del coche. Él estaba enfadado. Y a mi andase por donde andase me comerían. ¿ese era al que tenia que contentar según John para ver a mi familia? Pues al parecer tenia mas intenciones de chuparme toda la sangre del cuerpo y tirarme para que mi carcasa sirviera de alimento a los trolls. Miraba hacia el duende que estaba confuso, pero aun así me miraba como diciendo que acabaría comiendome. El se dio cuenta de adonde se dirigía mi vista y con una sola mirada bastó para que el caníbal se fuera cabizbajo de nuevo hacia el bosque, centré mirada en él, daba mucho miedo, jamas había visto a un vampiro con los colmillos desplegados y con esa mirada roja del hambre. Solo cerré los ojos cuando estuvo en frente mio, y pensé en ellas, mi ultimo pensamiento siempre seria para ellas.

Lo siento por no poder reunirme con vosotras.

Esperaba un mordisco que nunca llegó, sólo se alejó de mi y me miro confundido, plegando sus colmillos, su mirada se volvió gris. Era realmente guapo, pero solo era su comida, esí que desvíe la mirada hacia el bosque, sopesando volver a huir. Me miró amenazador. Esta vez mire hacia la graba de la carretera imposibilitada. Lo vi sacar eL móvil y marcar un teléfono repidamente.

- Ariel -así se llamaba la vampira. Se escuchó una risilla nerviosa al otro lado de la linea. -¿sabes quien es esta humana estúpida que corretea por el bosque?-fue a hablar el imbécil. La tal Ariel que me caía mal por haberme metido en todo este royo colgó. El vampiro me miro contrariado y furioso. Yo solo suspiré, ahora el salir viva de todo aquello me parecía un milagro.

Su móvil pitó. Quizás era un mensaje. Lo miró y frunció el ceño, hizo una mueca perversa que iba dirigida a mi, solamente me agache mas si podía y un escalofrío me recorrió.

-con que eres un regalo de cumpleaños muy escurridizo -su sonrisa malévola se pronuncio por todo el bosque, no debía haber huido. Aquello solo me traería cosas malas, puso su mano sobre mi frente con firmeza y tras un ligero dolor me sumí de nuevo en la inconsciencia.

Jem

Maldita cría. Esta vez me refería a mi hermana, no a esta pequeña y débil niña humana que dormía con una mueca de asco en su cara, seria por la olor del pobre Terrence. Que miraba curioso a la muchacha, mas estupefacto aun que yo.

-¿la matara mi señor? -preguntó Terrence mirando a la carretera.

-quizás. Pero por ahora aprenderá a no huir De su destino, a las niñas malas se les castiga -dije imaginando todo lo que le iba a hacer a aquella frágil esclava, ahora de mi propiedad. aun así tendré una discusión con mi hermana por no cuidar bien la comida. Debería haber cerrado bien su jaula. Era preciosa esa pequeña, pero también amenazaba con sacarme de mis casillas. Tendría un buen castigo, necesitaba un entretenimiento, y volverla sumisa y dedicada a mi seria perfecto. Guarde silencio mirando hacia el bosque hasta llegar al palacio.

Te temo, pero quedate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora