«CAPITULO 1»

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La noche ya había caído en el centro de la ciudad, las sirenas se escuchaban estáticas a la lejanía, nadie se atrevía a acercarse a esas horas, pues ya era bien sabido que era muy probable no volver a ver la luz del día una vez se cruzará la división que los cuerpos de policías habían impuesto en la ciudad como último medio de intentar mantener a la gente segura, gritos y lamentos ahogados por golpes y amenazas llenaban un almacén vacío con los sonidos intensificados por el eco presente.

- Ya cállate! - una voz ronca salía de un rostro serio, pero con matices de molestia por el ruido de los lamentos.

- prometo que les voy a pagar, solo denme un poco más de tiempo - le suplicaba de rodillas a dos hombres de ascendencia asiática, ambos se miraron entre sí y el más bajo se inco ante aquel lamentable hombre provocando que su alborotada cabellera rubia se colara en su campo de visión

- ya hemos escuchado ese tipo de mentiras de tu parte, "solo un mes más" "ya lo tengo en la semana" o "solo necesito más tiempo" - imitaba su voz con un rostro de fingido lamento - al jefe no le interesa seguir escuchando excusas, pero si no me crees a mí Víctor te lo puede explicar - el otro joven con una apariencia más dura se acerco serio con una pistola entre sus manos.

- mira animal, si no quieres terminar como tu amigo - señaló con la pistola un cadáver inerte a su lado - será mejor que tengas el dinero antes de que acabe la semana - el hombre asintió aterrorizado.

- Considera esto como una última advertencia - el más alto se acercó intimidandolo con su mirada penetrante y sería, el lamentable sujeto se levantó como pudo e hizo el mayor esfuerzo por correr, dejando la risa del más bajo haciendo eco en la bodega, ambos hombres se giraron hacia un tercero, un joven castaño con ambarina mirada que los veía recargado en una pared.

- Buen trabajo chinito mamon - miró al más alto y fornido azabache - japo - le dedicó un guiño coqueto al rubio que solo le miró perturbado y con un escalofrío recorriendo su cuerpo.

- parece que ese susto será suficiente para que pague - Víctor limpio sus nudillos manchados de sangre, el rubio se inco cerca del cadáver examinando el disparo que le atravesaba el cráneo.

- Oye Marco...era necesario matarlo? - el ambarino se acercó le acercó con calma.

- Claro Kei, esta cosa - pateo ligeramente el cadáver- tenía que servir de ejemplo, así el idiota que se acaba de ir sabrá lo que pasa cuando no pagas - se giró hacia Kei con satisfacción- ahora tenemos dos deudores menos! Y solo tuve que matar a uno! - se giró con un aire de superioridad con una sonrisa socarrona adornando su rostro,- es lo que se tenía que hacer - el rubio asintió tragando en seco.

- limpien cualquier rastro de evidencia y vámonos esclavos! - ambos jóvenes se miraron con cierto cansancio y hastío, pero limpiaron cualquier rastro de que ellos estuvieron ahí dejando como única evidencia un cadáver sin huellas y con el cráneo hecho pedazos.

Al salir de aquel almacén se pudo observar el contraste de obscuridad en el centro con la iluminación de los alrededores, tal vez el centro ya estaba perdido y realmente ya no importaba que secretos ocultaban sus sombras, pero los que estaban al rededor tenían ese pensamiento infantil de que si mantenían las luces encendidas alejarían al monstruo de su habitación.

Marco era el que conducía poniendo en el estéreo música de mariachi a todo volumen, no tardaron mucho en llegar a un bar que se encontraba cruzando el límite de la ciudad pasando al lado de los civiles, algunos policías les dedicaban miradas impotentes al ver el conocido auto de Marco de la Cruz pavoneandose por la ciudad sin poder tocarle un pelo, a pesar del secreto a voces que era el verdadero oficio del mexicano nadie podía tocarlo, realmente que tan bajo pudo haber caído una ciudad como para no poder hacerle nada a un conocido criminal?

SANGRE SABOR A TEQUILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora