~CAP•I~EL•ENCUENTRO~

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Narra Sophie

Ese día me desperté más temprano de lo habitual. La luz se filtraba por la ventana, aun que no eran más que las 8 de la mañana.

Ya no podía quedarme más tiempo en la cama, así que me levanté y me dirigí a ponerme la ropa que me preparó Lea la noche anterior. Lea es nuestra elfina doméstica. Mis padres la compraron cuando nací, para que siempre tuviese a alguien a mi lado para lo que necesitase.

Mis padres eran bastante generosos en comparación a los demás sangres limpias. Pero, con los elfos domésticos, eran casi igual de maleducados que los demás. A Lea solo la querían para limpiar, ¡y no le pedían nada por favor! Pero, al parecer, somos yo y mi hermana las raras.

En mi colegio muggle y en la academia de ballet, solo se juntan conmigo por ser rica. Menos mal que hoy me voy a Hogwarts y no voy a tener que volver a ese infierno... Bueno, en verdad estoy exagerando, tenía mis amigos y mis notas no estaban tan mal. Pero yo ya quería aprender magia.

Mientras pensaba todo esto, me había puesto un vestido rosa, hasta las rodillas. Bastante bonito, pero no era mi estilo. Intenté animarme: solo estaría con ese vestido hasta que llegásemos a Hogwarts.

Revisé mi baúl. Llevaba todo lo que fui a comprar con Amelia. Ella también iba a Hogwarts, pero se juntaria con los que no hacen más que insultar a los hijos de muggles.

Por último, revise que mi compartimento secreto funcionase bien. Estas son las cosas por las que Lea y yo nos llevamos tan bien. Ya que yo no puedo hacer magia, la hacía ella.

Abrí el compartimento, todo en orden, mi estantería de manuales, mis cohetes de colores y todo tipo de accesorios de bromas. Era lo que más me gustaba, pero en mi casa no podía hacer bromas, se supone que soy una chica muy responsable...

De repente, unos golpes sonaron en la puerta de mi habitación, y la voz de mi madre con ellos:
-Cariño, ¿ya estas vestida? Baja a desayunar, no vaya a ser que no llegues puntual-.
-Ya bajo...- dije con un tono de pesadez en mi voz.
Bajé las escaleras. Aquel día sería distinto, tenía un presentimiento.

~•~

Llegaron las 11, y yo ya estaba en la estación con mis padres y mi hermana.

En cuanto fueron en punto, el tren anunció que partiría en breves minutos.

-Cariño, escríbenos cartas todos los días. ¿Llevas el lazo de la suerte?- dijo mi madre dándome un abrazo.
-Alison, deja a Sophie en paz, ¿no ves que está deseando subir al tren?- agregó mi padre con una mirada tranquilizadora y, dándome un abrazo, añadió: -recuerda que esperamos lo mejor de ti. No nos falles-.

Me acerqué a mi hermana y le susurré en el oído:-Tranquila, solo te quedan dos años para venirte conmigo. Te voy a echar mucho de menos-.
-Y yo a ti- dijo acompañándolo con una risa y un abrazo.

Después de esta despedida, subí corriendo al tren y me dirigí hacia el compartimento que me había reservado Lea.

Breves minutos después de que el tren se puso en camino, decidí sacar el manual que me compré sobre explosivos. Era interesante, a mi nunca se me habría ocurrido combinar así los cables ni echarles ese tipo de hechizos.

En cuanto pasé la página, la puerta de abrió. Tapé el título del libro, por si acaso era algún prefecto. Pero, en vez de encontrar una mirada enfadada por estar apoyada en la ventana, me encontré un par de miradas traviesas.

Ambos se miraron, y después de lanzarse unas miradas cómplices, me dijeron:
-Hola, ¿nos podemos sentar? No hay compartimentos libres- añadió el primero. -Por cierto, me llamo Fred Weasley- añadió con una sonrisa.
-Y yo George Weasley- había escuchado hablar de los Weasley. Amelia siempre hablaba mal de ellos, aún que parecían bastante majos.-Tranquila, no te molestaremos-.
-No, no molestais. Por cierto, soy Sophie Abbott. ¿Sois de primer año?-después de este comentario, ellos asintieron y se sentaron.

~LA•NUEVA•BROMISTA~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora