#1 Maldita Valentina Carvajal

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11:32 am.

Resopla por tercera vez en dos minutos.
Se soba la frente palpitante por el dolor de cabeza que le está invadiendo y decide tomar un descanso. No solo porque esté cansada, sino porque no puede dejar de pensar en ella.

Esto parece ser una jodida broma, que salgan las cámaras ocultas, por favor. Juliana ya se da por vencida, porque esto debe ser solo una fea y nada graciosa broma.

Es imposible que ahora, estando en su tercer año de prepa, a punto de entrar a la universidad de sus sueños gracias a sus excelentes calificaciones, no se concentre porque no hace nada más que pensar en Valentina.

Valentina Carvajal, la presidenta de la asociación de alumnos, estudiante modelo y chica con hermosa sonrisa.

¡La conoce desde hace 7 años! Joder ¿Por qué ahora? En serio no le encuentra sentido a todo esto.

Ella puede sentir como su pecho se contrae dolorosamente cada vez que ve a la rubia andar por los pasillos, meneando su larga melena, a veces trenzada o con una simple coleta.

Se pavonea como si supiese que es la chica más guapa de toda la prepa, y de seguro lo sabe, y Juliana detesta eso.

Porque Valentina está muy lejos de su alcance, es obvio que jamás le hará caso, hasta dónde Juliana sabe, la chica es heterosexual. Y Juliana también, claro, a veces. Excepto cuando la mira.

¿Qué diablos tiene Valentina Carvajal que la hace tan irresistible? Será la manera en la que juega con su largo cabello, o su sonrisa dulce, o tal vez sus pecas. Como sus mejillas se inflan cuando sonríen y sus ojos se achican. Oh Dios, Juliana ama el sonido de la risa de Valentina.

Y entre más piensa en ella más dolor siente en su pecho, ahogándola, asfixiándola, dejándola sin poder sentir nada más.

¿Por qué tiene un maldito crush en la chica más linda de la escuela?

Empuña sus manos con rabia, sintiendo ya sus ojos húmedos. La frustración es demasiada porque no puede sacarla de su cabeza, no puede hacer nada más que pensar en ella a cada minuto de cada hora del día. Ya no tiene paz. Ni una pequeña pizca de paz.

Oye pasos acercarse al salón y rápidamente limpia sus ojos, eliminando cualquier rastro de lágrimas. Baja la vista a su libro y muerde la pluma entre sus dedos.

Es su hora libre y la mayoría de sus compañeros se han ido porque no les interesa quedarse a la clase de biología, tan aburrida y tediosa. Juliana también quiso irse pero su límite de faltas se lo impidió.

Más pasos se oyen y luego la puerta se abre, dejando entrar a la persona que Juliana más detesta en ese momento y curiosamente, más quiere.

Valentina Carvajal entra, la mira, y camina a uno de los asientos a su lado. Trae bajo su brazo su cuaderno de dibujo y su mochila blanca con lila colgando de su hombro.

Juliana finge estar leyendo cuando realmente la mira de reojo, cada movimiento. Con cada segundo qué pasa siente como su garganta se cierra y como su corazón se agita, como si estuviese a punto de salirse de su pecho.

«Ojalá» piensa Juliana, así se moriría y no tendría que estar sufriendo por su amor no correspondido. Porque a esta edad, 17 años, todo es más doloroso, todo es más pesado, más intenso, sintiendo a cada instante que el mundo se te viene encima. Pero claro, eso no lo entienden los padres. Y por esa misma razón, Juliana no tiene a nadie para hablar de su problema.
Y el problema no es que le guste una chica, ella ya sabe que es bisexual, el problema es la chica que le gusta.

Maldita Valentina Carvajal.

Y para hacerlo más sufrible, Valentina tiene un novio que rebasa los estándares de la estupidez ¡¿Por qué él y no ella?! Juliana es mil veces mejor que ese idiota de Lucho, que no la merece para nada. Eso es lo que más rabia le da, que nadie merece a Valentina, porque es demasiado buena para todos.

Vuelve a mirarla de reojo. Valentina parece tam indiferente, tan absorta en lo que sea que está dibujando. Casi sin percatarse de la presencia de Juliana. Y duele, duele mucho.

Su mente vuelve a llenarse de recuerdos de ellas dos juntas, de pequeñas, junto con conversaciones casuales que han tenido a lo largo de su... convivencia escolar. Sobretodo en su segundo año de prepa, cuando estaban ambas en cuarto semestre.

Coincidieron en estar en la misma clase de pintura unos meses, y Valentina parecía estar interesada en ser su amiga, regalándole pequeñas sonrisas en los pasillos cada vez que se encontraban, dándole pequeños abrazos amistosos e incluso haciéndole cosquillas en el abdomen siempre que podía, delante de sus amigas, y yéndose después con una sonrisa inmensa, como si supiera que Juliana estaba empezando a desarrollar sentimientos por ella y queriendo que tuviera más, queriendo que llegara al punto en el que está ahora mismo, ahogándose en sus sentimientos sin poder controlarlos y llorando de rabia hasta quedarse dormida todas las noches.

Pasó todo tan rápido, solo en unas simples semanas ya se encontraba sin poder dejar de pensar en Valentina.

—Juls ¿puedes dejar de hacer ruido con tu lápiz, por favor?

Y el ruido de su melodiosa voz la saca de sus pensamientos. No se había dado cuenta de que estaba golpeando su lápiz contra el mesabanco una y otra vez causando un ruidito molesto.

—Lo siento. —ella responde y se atreve a alzar su vista solo para encontrarse a la dueña de sus sentimientos fatídicos sonriéndole.

Maldita sea Valentina Carvajal.

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⏰ Última actualización: May 25, 2019 ⏰

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falling for you » juliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora