El Cadáver De Méndez.

¿Méndez?

Salí de la ducha envuelta en una toalla blanca, al abrir la puerta del baño y contar nuevamente 21 escalones para dirigirme a mi cocina, sentí un hedor inmediato, hay que apresurarse, el muerto Méndez se descompone muy rápido.

Al bajar finalmente miro todos mis sillones, estaban arañados, con zonas completamente abiertas y todo su relleno regado por la casa, mis macetas hechas añicos, las ventanas rotas... me di cuenta muy tarde, pues me hice heridas en los pies con los vidrios rotos y hechos demasiado pequeños a propósito... ¿Ese es... Mi gato...? Justo en el centro de la sala, mutilado y en estado de putrefacción, perfectamente puesto para que alguien lo vea, como si fuera una obra de arte, era todo, menos arte. Me llegó el hedor y entre harcadas busqué huir, resbalaba con mi sangre, tenía un nudo en el estómago, sé que estaba más pálida que nunca, sentía incluso que podía congelar a cualquiera con la baja temperatura que mi cuerpo tenía en ese entonces.

Al instante me llegaron flashbacks, Méndez me dijo que... el otro Méndez, "el muerto", destrozaba cosas y poco a poco eso evolucionaba hasta causar daño a seres vivos... Mi corazón dió un vuelco, entre mareos y náuseas producidas por el pavor, caminé hacia la puerta que daba hacia la salida, "¿En qué me he metido?" "¿En qué me he metido?", Pensaba mientras intentaba gritar, pero de mi garganta no salía ningún sonido. Esto ya no me causaba ninguna gracia.
Finalmente y con los pies sangrando, logré tomar el pomo de la puerta, estaba a salvo, o eso pensé. Unas manos enormes y sobretodo pesadas, tomaron mi cuello, me tiró al suelo con fuerza, mi toalla blanca se cayó de mi cuerpo y los vidrios abrazaron mi piel quedando incrustados en ella.
La vida se me iba, y en mi mente sólo quedaba presente la imágen de aquellas grietas entre el moho, esa satisfacción que más nunca sentí, y esa plenitud que existía en mis divagantes pensamientos. Aquello que no era Méndez, me lo arrebató todo...19, 20, 21...