LA MUJER DE LOS OJOS SECOS

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Dicen algunos que: "el dador de la vida es el único que tiene derecho a quitarla". Pues bien, lo que tal vez no hay términos para entender a la hora del juicio y la crítica al prójimo ni a nosotros mismos, es que el dador de la vida tiene infinidad de formas, a pesar de lo cual no pierde su don de dador de la vida..., por ende, en cualquier circunstancia, por cruel o dolorosa que esta sea, nunca cede ese, su derecho.

Carmen es una mujer de raza negra de 41 años de edad;  acuerpada, mide más o menos 1,65 mt. y 80 kg de peso corporal. Quedó viuda hace 15 años cuando su esposo Alberto, un hombre negro de 28 años para esa época, comerciante dedicado al negocio de un restaurante; padre de su único hijo, fuera asesinado, en su propia casa y en presencia de su mujer y de su hijo, de apenas 10 años de edad en ese momento, por no pagar  una extorsión a la guerrilla.

A raíz de este crimen y agobiada por el constante asedio de la guerrilla para despojarla del fruto de su trabajo, decidió dejarlo todo abandonado y emigrar con su hijo adolescente a la capital, donde tendría que comenzar de cero con el negocio del restaurante, pues, cocinar es lo Único que Carmen ha sabido hacer durante toda su vida. El único equipaje que llevaron consigo fue la escopeta quién fuera de su marido y padre sacrificado.

Así pues, Carmen después de luchar sola por su único hijo, quien colabora en las labores propias del restaurante, porque nunca quiso estudiar más allá de 5 grado de primaria, ha logrado, luego de muchas privaciones, acumular el dinero suficiente para comprar un Local y amoldarlo a sus gustos y necesidades. Nadie sabía que Carmen, desde que llegó a la capital hace ya 13 años, se hizo el propósito de tener un día en casa propia con un local acondicionado para su otro amor, su restaurante.

De tal manera que una vez tiene disponible el dinero suficiente para comprar la casa de sus sueños en el lugar y con las condiciones necesarias para que pueda ser amoldada y ajustada a sus necesidades, Carmen llama a su único hijo, Carlos que ya tiene 25 años de edad, para contarle su proyecto y así mismo encomendarle la tarea difícil de buscar y encontrar esa casa con esas especificaciones.

Pero el negocio del restaurante no puede descansar ya que este es el que da para el sustento diario, así es que estas consultas e indagaciones en nada pueden afectar  el normal desarrollo de las actividades del restaurante, que aumenta su clientela a diario, haciéndose cada vez más evidente  la necesidad de un local más amplio y cómodo.

Así pues, ante la presión del carmen, por fin llega el momento en que Carlos le comunica a su mamá que ha encontrado la casa adecuada en el lugar que se indica y que se debe tener el dinero disponible para concretar la transacción lo más pronto posible. Obviamente Carmen asiente y consiente las recomendaciones de su único hijo y acuerdan ir a ver la casa para cerrar el trato con el actual propietario.

Correspondiendo a lo acordado, Carmen y Carlos van a ver la casa que se proponen comprar, luego de inspeccionarla y constatar que es lo que desea y necesita, la mujer pacta una cita con el vendedor de la casa para hacer efectivo el pago negociado para el próximo martes a las 3 de la tarde en la residencia actual de Carmen y Carlos.  Sin embargo, el lunes anterior al día de la cita, sucede un imprevisto que ratifica que el único  error de la vida radica en su inmaculada perfección...

Llegó el lunes, antes de la cita entre el comprador y el vendedor de la casa, en el restaurante del Carmen, solo se respira un aire de realización y agradecimiento que se refleja en el rostro de  satisfacción de los innumerables clientes que han disfrutado del buen plato y un buen ambiente en una cantidad muy por encima del promedio habitual hasta la 1:45 de la tarde más o menos, cuando unos cuantos comensales, luego de reposar el almuerzo, se disponen a continuar con su respectiva jornada y los dueños, o mejor la dueña porque Carlos no se encuentra en el negocio en este momento debido a que salió a llevar domicilios y aún no regresa, se prepara para terminar con su labor del día, Carmen revive la historia de horror y dolor que le ha marcado  toda su vida.

Siendo más o menos la 1:45 de la tarde del lunes, irrumpen en el restaurante de manera violenta dos encapuchados; uno de estos se queda agazapado la puerta del local y el otro desenfunda una arma y apunta a la cabeza de Carmen mientras se acerca a la caja donde se encuentra la mujer casi paralizada por el pánico y la desilusión;  a pesar de que la circunstancia se le hacía tan conocida, hoy en día sentía un hielo devastador que le revolcaba  las vísceras. Cuando el encapuchado llega a la caja, siempre está apuntando a la cabeza de Carmen, empieza a vociferar  con una voz de mando: "la plata, la plata ... a ver movete vieja hijueputa que no tengo mucho tiempo ...", gritaba este delincuente, al tiempo que le daba con la cacha del revólver a la mujer en la cabeza... ante la renuencia de Carmen a entregar el dinero, el segundo delincuente, el que estaba en la puerta desarmado y desalmado, se acerca al lugar de la escena como a auxiliar o apoyar a su compinche. Carmen ya se ha dado cuenta que este hombre no tiene armas y piensa, con ilusión, que viene una socorrerla o a defenderla de la actitud brusca de su atacante. Sin embargo, el hombre sin mediar palabra alguna estruja a la mujer señalándole con la boca fruncida que le traiga el dinero ya.

Carmen se da cuenta de que uno de los clientes que había en en ese momento en el restaurante, logró salir y lo más seguro es que haya ido a pedir auxilio a la policía;  entonces le entrega todo el dinero que tiene en la caja.  No obstante, el hombre insiste en que tiene que entregar todo el dinero y empieza a ultrajarla verbalmente, ya casi desesperado ante la  negativa de la mujer, que a pesar de la convulsión interior que está padeciendo, se ha percatado  también del nerviosismo de sus victimarios.

Repentina and bruscamente el encapuchado quita el seguro del arma ... este espeluznante ruido hace helar la sangre en las venas de todos los asistentes al grotesco el espectáculo y hace reaccionar al cómplice que le hace un gesto de tranquilidad al delincuente para que no vaya a disparar, le da un fuerte empujón a Carmen y hace que se vaya al piso, circunstancia que aprovechó el hampón para patear a la mujer en la cara y forzarla a que entregue todo el dinero de sus ahorros logrados durante todos estos años. Ante la brutal agresividad de este hombre, Carmen se levanta el piso como puede, se lleva a la mano izquierda la boca de donde brota un chorro de sangre y  con la mano derecha le hace un ademán para que espere un momento mientras ella trae el dinero que está en el cuarto de enseguida.

En efecto, Carmen entra al cuarto donde está el dinero, toma las chuspas que contienen el dinero destinado a la compra de la casa y la remodelación de su negocio y se dispone a salir. Pero, una vez en la puerta, antes de salir del cuarto, la mujer suelta las dos bolsas para mirarse en el espejo que está colgado detrás de la puerta y  presa del pánico y la desolación, confirma: "ufff... este hijueputa me tumbó los dientes "Dijo mientras oscurecía su rostro y su mundo con una mueca de asco y desesperanza. Sin embargo, cualquier emoción o sensación que se pueda estar gestando en el interior de Carmen, se vio cercenada  por el grito hostil del hombre armado: "Muévase cucha que se me agota el tiempo y la paciencia ..."... ante la perentoria orden, la mujer reacciona y se ubica en su cruel presente; con la cabeza en alto y sin derramar una sola lágrima por este ultraje físico y emocional, se agacha un poco para retomar las chuspas con el dinero... pero otra vez el demonio la distrae, como forzándola al cumplimiento de su perversa, desconocida y extraña misión.

Un momento de salir de un cuarto a entregar las chuspas con el dinero y los atracadores, Carmen ve que, detrás de la puerta, colgada donde está permanentemente por años alguien que volteara a parecer, está inmóvil, inerte, pasiva y Silente la escopeta de Alberto, su marido asesinado hace ya 15 años. ¿Cómo está usted? único pero sanguinario victimario.

Siniestro buenos o malos, sin sentimiento noble o diabólico, Carmen tiene un único tiro, certero, preciso. Justo en este instante, llega la policía al lugar.

Luego de constatar que el atracador ya está muerto, el agente de la policía descubre el rostro del hombre abatido por su víctima ... ante el horror de esta sorpresa, enmudecen todos los presentes, menos Carmen, quien sin sorpresa y sin certeza, como un tempano Inerte, al tiempo que entrega el arma homicida al representante de la autoridad, se agacha para dar un abrazo a su único hijo y hacer la señal de la cruz, mientras dice: "yo te di la vida ... yo te la quité ...".

A lo largo de todos estos años, Carmen sigue siendo la mujer de los ojos secos porque las lágrimas  se le congelaron en el alma o, tal vez, inundaron la paz de su conciencia que le reprocha a los gritos que su mayor error de madre, fue haber sido la mamá perfecta...   

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⏰ Last updated: Mar 19, 2021 ⏰

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