Africa

4 0 0
                                    

Cuando estás deprimido y acabas de despertar, un pensamiento muy recurrente es aquel en el que no sabes si celebrar el hecho de que sigues aquí, o simplemente quejarte con la vida por no haberse escapado de tu cuerpo mientras dormías. Pero bueno, este no era el caso, con la sensación de haber saciado por completo mi sueño, y el placer que esto me provocaba, ningún pensamiento de esa índole invadió mi pequeña pero pensante cabeza. Apenas logré abrir mis ojos por completo, después de haberlos tallado un poco, me dispuse a mirar por la ventana, era un día hermoso, habían unas cuantas nubes, suficientes para que se mantuviera fresco durante el día, pero no demasiadas como para que no dejaran pasar los rayos del sol. Los pájaros pasaban en bandadas, y podía ver claramente el jardín, mi parte favorita de la casa.

Realmente no tenía muchas ganas de salir de la cama, pero después de todo había que hacerlo, no podía quedarme allí todo el día. Me puse mis pantuflas y me fui directo al baño, digo, todo lo que entra debe salir ¿no? Y pues... el día anterior digamos que mucho líquido entro a mi cuerpo, qué más da, fui a orinar. Me lave las manos, y la cara. Apenas iba a salir del baño cuando Africa entró corriendo y me saltó encima. Ahora te preguntarás ¿quién es Africa? Pues es mi mascota, una preciosa pastor alemán de pelaje negro con una peculiar mancha de color blanco en el pelaje, ya debes estar adivinando la razón de su nombre. Me tiró al suelo y trepada encima de mí no dejaba de lamerme la cara.

-Africa, ¡basta!—le grité mientras no paraba de reír por la felicidad que me hacía sentir, quisiera entender cómo le hace.
-¿Dónde estabas? ¿eh? Espero no hayas destruido nada, mamá me matará si es así.—la miré a los ojos, "Qué bonita eres." pensé.

Encontré a Africa en una caja en un parque dos años atrás, la pobre no paraba de llorar, era tan pequeña que ni siquiera podía mirar más allá del cartón de la caja, no le habían dejado agua ni comida, afortunadamente parecía que no llevaba más de unas horas allí. Ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, tomar la responsabilidad de ella por supuesto, no la iba a dejar allí. En este punto no sé qué haría sin ella, es quién está para mi en todo momento. A veces pareciera que intuye la manera en la que me siento, cuando la acaricio es como si parte de esos sentimientos negativos se fueran con ella, pero en vez de afectarle simplemente los convierte en algo positivo, al menos eso quisiera pensar. Pero créanme, cariño no le falta, ni le faltará mientras yo esté junto a ella.

Mi estómago comenzó a reclamarme por la falta de combustible, me dispuse a bajar las escaleras y por supuesto que Africa me siguió, es inseparable a mí. Abrí la nevera, no había mucho, pero afortunadamente sí lo que quería. Llene la mitad de un tazón de yogurt natural, dios, no saben cuánto me gusta. Partí unas cuantas frutas y encima agregué un poco de frutos secos, no sé qué piensen ustedes pero para mí es el desayuno perfecto.

-Buenos días, bonito, ¿qué tal dormiste?
La pantalla de mi celular se encendió mostrando el mensaje.
-Bien, estoy desayunando. ¿Cómo dormiste tú?—Respondí.
-De maravilla, y provecho. ¿Estás libre después de la escuela? Tengo ganas de verte.

No me sentía del todo bien, así que pensé en decirle que tenía algo que hacer, pero después de pensarlo un poco me decidí a verlo, también le extrañaba.
-Pasearé a Africa en el parque a la hora de siempre, ¿te vienes?
-Por supuesto, te veo allí, te amo.—escribió
Usualmente llevo a Africa a un parque que está a unos cuantos bloques de casa, la saco por la mañana para que estire un poco las patas y vea más allá de las paredes de casa, y claro, también lo hago yo. Disfruto mucho salir a caminar, y más aún por las mañanas, cuando el sol no ha calentado aún, está fresco y los rayos del sol tocan la piel sutilmente, los pájaros cantan y se respira tranquilidad. Apenas terminé de desayunar lavé los platos y me fui a duchar. Y no sé ustedes, pero yo no puedo tomar una ducha sin antes poner música, así que di un concierto privado para nadie más que yo mismo, aunque la cantada no es realmente lo mío, pero qué más da, yo disfruto escuchándome.  Mientras me vestía alguien tocó la puerta, pensé podría ser Simón, pero me parecía extraño hubiese llegado tan rápido, además nos veríamos en el parque, no en casa. Apenas abrí, Matías se me abalanzó y me abrazó muy fuerte.
-Te extrañé muchísimo, pecoso.
-Estuviste aquí ayer, cabeza de chorlito.—Respondí mientras me abrazaba.
-Lo sé, pero aún así.
-Entra, me estaba vistiendo, Simón me acompañara al parque, le daremos un paseo a Africa.
-Está bien, yo me quedaré a ver una película, así que no debes preocuparte por mí.
—Le sonreí.—Hay pizza en el congelador, iré a terminar de vestirme.

Me imagino que para este punto ya tienes más preguntas, e intuyo que una de ellas es quiénes son estos dos chicos que acabo de mencionar, pues aquí va la respuesta; Simón es mi novio, llevamos unos cuantos meses juntos y la verdad es que todo va bastante bien, más adelante te contaré más de él. Ahora, Matías es mi mejor amigo desde hace años, hemos tenido bastantes altibajos pero a pesar de ello encontramos la manera de seguir siendo grandes confidentes el uno del otro, ya te enterarás de todo, y vaya que te hace falta grabarte unos cuantos nombres más.

-Llego en diez, te veo en la banca de siempre.
-Allí estaré, aprovecharé para llevar a Molly conmigo, así se divierte un rato con Africa.
-Vale, guapetón.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 27, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Quetzal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora