Una Cruzada en Nueva Londres I

62 21 101
                                    


La noche transcurría tranquila en la ciudad de México, y desde su puesto de observación Cruzada vigilaba con detenimiento la Avenida Reforma; su entrenamiento y experiencia la ayudaban a ignorar la lluvia que en esos instantes caía de manera copio...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La noche transcurría tranquila en la ciudad de México, y desde su puesto de observación Cruzada vigilaba con detenimiento la Avenida Reforma; su entrenamiento y experiencia la ayudaban a ignorar la lluvia que en esos instantes caía de manera copiosa en toda la ciudad. La hermana Lucia se había reclinado sobre el volante de su nueva motocicleta Harley Davidson y aprovechaba la recientemente programada interfaz del casco, aunque no le agradaba del todo, pues según ella le distraía con datos innecesarios. Todo le resultaba tan monótono ahora sin el Señor Áviña: quien casi siempre la sacaba de sus casillas, aun así podía escuchar sus últimas palabras antes de que la mole descerebrada de Paladio iniciara su ordalía de destrucción por la ciudad hacía ya varios días. Aunque lo que más desanimada la tenía era el hecho que hacía poco más de una semana que su amiga Arantxa Villanueva partiese a una nueva vida en el extranjero.

—¿A dónde irá tu familia Arantxa?, —preguntó con melancolía la hermana Santorini.

—Mis padres han decidido ir a una ciudad Llamada Nueva Londres, —contesto de manera lacónica Arantxa a la "religiosa" quien la observaba como si quisiera grabar el rostro de la universitaria en su mente.

—Ve con Dios amiga, haz lo posible por no meterte en problemas y cuida a tus padres y sobre todo a tu hermano, los extrañare a todos, —fueron las palabras de despedida mientras la abrazaba y luego dedico una triste y casi amarga sonrisa de despedida a la familia Villanueva afuera de la residencia de ellos.

—Lo haré hermana, ¿nos acompañara al aeropuerto?

—Sabes que no puedo amiga, Alfil me lo prohibió de manera terminante, de todas maneras mis oraciones estarán con ustedes, espero que tu viaje sea excelente y lleguen muy bien a su destino.

Sor Lucia recordaba la conversación cuando se despidió de ella, mientras miraba por la visera de su nuevo casco la actividad de la tarde noche las cuales se podrían resumir en un "no paso absolutamente nada"

—Cruzada, este es Alfil, regresa a la sacristía para recibir instrucciones para to próxima misión —recibió un mensaje de su superior dentro de la orden.

—Ahora mismo voy hacia allá Alfil —respondió ella dejando escapar un suspiro arrancando su motocicleta para salir tan rápido como podía a la base.

Algunos minutos más tarde ella bajaba al lado del vehículo, para ver a su superior prácticamente esperándole de una manera casi impaciente mientras sostenía un sobre en la mano izquierda, pudo distinguir el sello carmesí lacrado y ella era perfectamente capaz de controlar sus miedos pero el ver eso le hizo tragar saliva, así pues Alfil al notar su expresión le habló en su acostumbrado tono conciliador:

—¡Tranquila hermana!, aun no han decidido enviar a nadie a investigarnos y de todas maneras no hay nada de lo que pudiera preocuparse, hemos hecho nuestro trabajo al máximo de nuestras capacidades, por favor lea sus ordenes y destruya el mensaje.

Una Cruzada en Nueva LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora