Una Cruzada en Nueva Londres III

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Speranza estuvo sentada toda la noche cuidando la cama donde había colocado a esta extraña mujer a quien había encontrado mal herida en un callejón del barrio latino, algo dentro de ella sabía que no era de por allí, el tono moreno de su piel no era el mismo que el de otros moradores del lugar y menos aquel cabello negro corto hasta los hombros. De alguna manera Auriel, su ángel de la guarda, la pudo percibir y le comunicó donde encontrarla, frente a ella también estaban seis miembros de una pandilla de poca monta, algunos con brazos dislocados o piernas rotas, eso era lo que le decía que no era de este lugar, ninguna chica de ese barrio que conociera podría haber combatido de esa manera, pero esos golpeadores no fueron quienes la dejaron en aquel estado, sino un certero disparo con un rifle de francotirador el cual la hirió en la femoral para dejarla a que se desangrase, por fortuna llegaron antes y pudieron curarla, pero antes de caer en shock ella dijo algo que de alguna manera le asusto.

-Dominius, quimera, caballero... Templario.

No sabía el significado que guardaban las últimas dos palabras que pronunció antes de desmayarse, las otras las conocía y por eso había llamado al Forajido, pero él no vino tan rápido como ella quisiera, de hecho hasta a estas horas avanzadas de la madrugada que dentro de su profesión se conocía como "La hora del diablo" o más poéticamente su primer novio le decía "La hora del Lobo", ella pudo escuchar los pasos furtivos de él al entrar por la puerta de emergencia.

—Hola extraño en la noche, me gustaría poder recibirle en otras circunstancias y quizás coquetearle un poco como cuando nos conocimos, pero hoy no será así.

Forajido la observó y solo por su atuendo Speranza no vio su reacción casi de susto, esta chica era la hermana Lucia mejor conocida como "Cruzada", la revisó con el programa médico de C.E.S.I. y esta Inteligencia Artificial le confirmó que estaba fuera de peligro, pero aun en estado de shock, el ordenador también le mencionó que traía un aparato de rastreo muy bien oculto dentro de un rosario cuyo crucifijo estaba fabricado en maderas finas y las cuentas con pétalos de rosa, Forajido estaba a punto de tomarlo cuando ella reaccionó y le vio, dedicándole una débil sonrisa.

—Gringo alguien intento asesinarme, —le mencionó con voz débil.

—Lo sé hermana, de no ser por su ángel de la guarda usted ya no estaría en el mundo de los vivos, —contesto él con tono socarrón.

—Déjela descansar Forajido, apenas salió con vida, —replicó Speranza.

—Escuchen deben contactar por favor al hermano Colombarii en el templo, él sabrá que hacer, —agregó antes de caer dormida nuevamente.

—¿Ese no es su apellido Speranza?

—Lo es Forajido, ¿pero qué tiene que ver mi hermano mayor en todo esto?, solo es un sacerdote.

La fotógrafa no bien terminó de decir esto cuando su teléfono móvil sonó, en cuanto revisó el número se percató que era el mismo de la tarjeta de su hermano, con sorpresa contestó.

—Mass, es un poco tarde para desearme buenas noches, ¿no crees?

—Ojos Violetas, esto es serio, ¿está contigo una mujer de tez morena, cabellos negros lacios hasta los hombros, ojos cafés, un poco mas bajita que tú y de complexión atlética?

—Sí Mass, me asustas, ¿Cómo lo sabes?

—¡Solo lo sé!, —replicó Massimo con un tono cortado-, ¿Cómo está ella?

—Mal herida, pero estable y durmiendo.

—Por la mañana pasare a verla, trata de descansar y permanece alerta.

Por primera vez Forajido en todo lo que llevaba de conocer a Speranza distinguió cierta lividez en su rostro fruto del miedo. Ella se sentó en un sofá ayudada por él, quien la observó y termino por decirle.

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