[001] ¿Quién demonios es Elena?

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— ¡Si no sales de una maldita vez del baño te juro que te castro! — Grite tocando frenética varias veces la puerta.

No recibi ninguna respuesta y comencé a patearla también esperando así que la puerta se abriera. De repente escuché como mi hermano tiraba de la cadena del retrete y abría la puerta saliendo con unicamente una toalla que cubría de la cintura para abajo.

— A un lado hobbit. — Sonrió empujandome a un lado con un cepillo de dientes en la boca. — Tienes suerte de que estuviera a punto de salir.

Finalizó dando un portazo, rodé los ojos y entre al baño tomando una larga ducha.

[...]

Ya estaba lista para ir a la escuela, si, la escuela, la maldita escuela. Era el inico de un nuevo año y así mismo el inicio de mis pesadillas. Me alisté a pesar de no querer ir, en la mañana había pensado fingir que enfermé, o tal vez apagar las alarmas de la casa así nadie se levantaba pero me pareció muy exagerado. El primer día de escuela siempre era el mas difícil, odiaba tener que acoplarme a nuevos compañeros, materias, nuevo nivel, básicamente odiaba los cambios.

El olor al desayuno me atraia hacia la cocina, vaya que moria de hambre, bajé aceleradamente y me senté en el banquillo en la barra esperando a que mi mama sirviera la comida. Hot-cakes, mi estomago rugía.

— Hola de nuevo, hobbit. — Saludó Connor dandome un golpe en la cabeza. Lucia normal, irritante como siempre.

Connor tenia esta mania de burlarse de mi estatura, desde pequeños le he escuchado tantos apodos que vagamente los recuerdo todos.

— ¿Cuál es tu problema, idiota? — Gruño devolviendole el golpe en el estomago.

— Elena, tu vocabulario. — Me reclamó mi madre con tono poco amigable.

— Mamá, hoy elena dijo maldito y castrar. — Connor sabía que mi madre era muy exigente en cuanto a mi vocabulario, siempre procuró que este fuera impecable pero eso fue mas que imposible.

Golpeé a Connor por debajo de la mesa con mi pie y él soltó un quejido. Mi mamá advirtió que si volvía a escucharme maldecir me castigaría. Que mas da.

Después de terminar el desayuno y despedirme de mi madre subi al auto de Connor, que era bastante decente por no decir que mejor que el mío, que era una carcacha andante, de todos modos no me quejo, es mejor tener esa lata a no tener nada.

El arrancó como si la calle estuviera vacia, aunque realmente no lo estaba.

Al principio el camino hacia la escuela fue silencioso, y a mi en lo personal no me molestaba para nada, hasta me parecía extraño que Connor no haya salido ya con alguno de sus chistes baratos o que me haya contado sus hazañas en la escuela, aparentemente el único lugar en el que consigue atención.

— ¿Sin rencores? — Preguntó Connor rompiendo el silencio mientras conducia con una media sonrisa.

— ¿Qué es lo que quieres Connor? — Respondí su pregunta con otra, cruzada de brazos.

— Necesito que mi melliza favorita me ayude con algo. — Por si no lo mencione antes somos mellizos, mayormente conocidos como los mellizos Boomer.

Connor me miraba fijamentes esperando a que le dijera algo, estando en un semáforo, que contestara un si o un no, sus ojos verdes eran igual a los mios, al igual que las pecas que manchaban su cara, yo las tenia igual, era como verme ami misma pero con mas testosterona. Como decirme que no a mi misma.

Realmente no sabia lo que quería de mi, las ultimas veces que me ha dicho "sin rencores" termino haciendo las cosas mas rebuscadas. Tengo la esperanza de que esta vez sea algo mas sensato.

No Enamorarse del Enemigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora