Única parte.

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Patrick bajó del avión, buscó su bolso y se dirigió rápido a buscar un taxi. Su amado lo esperaba. Lo asustaba que no lo hubiera llamado, pero sí no lo había hecho era porque había estado ocupado y eso era bueno. No había estado triste. Patrick sonrió.
Subió al taxi, le indicó al conductor a dónde ir y éste rápidamente fue hacia allí.

-Aquí es, gracias- dijo Patrick rebuscando entre su mochila el dinero para pagarle. -Y aquí tiene, quédese con el cambio- dijo. Le pagó y bajó del auto rápidamente. Tomó su valija que se encontraba en el baúl y vio como el auto desapareció a gran velocidad.

Entró por la gran puerta del edificio. Saludó al portero y tomó su asensor. Estaba ansioso por ver a Pete. Habría mucho que contarle. Tantas buenas noticias. Estaba realmente feliz, como nunca antes.
Cuando llegó a su piso, buscó su puerta. Cuando encontró las llaves, entró.

-Hola- dijo pero nadie contestó. Había un olor extraño. Seguramente Pete no habrá lavado la ropa. -¿Pete? ¿Amor? ¿Dónde estas?- volvió a hablar. Se dirigió a la cocina, no había nadie allí. Fue hacia al baño, tampoco. Fue hacia el cuarto y a simple vista no había nada. Dejó su mochila sobre la cama y allí lo vio. A un costado de la cama, estaba su amor, tirado en el suelo. Se desesperó.
-PETE, PETE- comenzó a gritar. Se arrodilló al lado de él y tocó su cuello para notar su pulso. No sintió nada allí. Apretó sus muñecas pero tampoco.
"No puede ser" dijo. Sus ojos lentamente habían comenzado a lagrimear.
-Pete, por favor, sí estas bromeando esto no es divertido- dijo. Esperó un "¡Caiste Patrick!" acompañado de la risa de Pete pero no... Esto no era una broma.
-Pete- dijo con un hilo de voz. Y comenzó a llorar con todas sus fuerzas. Vio abajo de la cama dos frascos de pastillas, vacías. Lloró más fuerte y abrazó al cuerpo ahora sin vida de su amado.
-Te amo, te amo Pete, te amo tanto. ¿Por qué? ¿Por qué tenias que irte así?- dijo llorando mientras lo abrazaba.

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Allí estaba, otra vez en la tumba de aquel hombre que tanto había amado. Aquel al que le había entregado cada instante, cada momento, cada felicidad y tristeza, aquel hombre al que le había entregado todo de sí y hasta más. Y que por su "egoísmo", según sus torpes amigos, él lo había dejado. Pero Patrick entendía. Pete no era feliz. Quizás sí lo era cuando estaba con él, porque cuando se veían la sonrisa de Pete era imborrable pero sin él Pete era un simple hombre deprimido.
Patrick se odiaba a sí mismo. Sí él no hubiese viajado, él estaría aquí. Pete estaría abrazando a Patrick por la cintura y se estarían besando, diciendo cosas dulces o simplemente viendo la sonrisa del otro. Pero algo surgió en ese momento y Patrick tuvo que elegir. Era Pete o la oportunidad de su vida, su más grande sueño: ser músico. Y Pete le dijo que estaría bien. Él le había dicho que lo esperaría, que lo iría a buscar al aeropuerto cuando volviera y que comerían en aquel resto bar que Patrick y Pete amaban. Aquel restaurante en el que se conocieron. Patrick suspiró ante aquel recuerdo. Él sentado en un banco sobre el escenario cantando "So Sick" en aquel bar, era una noche de viernes. Pete estaba con sus amigos y miró hacia donde él estaba. Patrick se había incomodado cuando se dio cuenta que lo miraba. Más cuando se dio cuenta de lo bonito que era aquel hombre. Cabello oscuro, una sonrisa hermosa, algo de barba asomandose, esos brazos tatuados. Patrick se sentía un completo idiota. Recordó también el momento en el que se acercó, le invitó una copa y luego terminaron besándose en la parte trasera de aquel lugar. Luego a los meses, Pete le pidió ser algo más que amigos. Ese día terminaron perdiendo dos cosas: su soledad y su virginidad. Ambos de ellos. Y ese día había sido tan especial para ambos.

Lo que caían de los ojos de Patrick en ese momento no eran lágrimas, eran catarátas. "¿Por qué había tenido que marcharse? ¿Por qué? ¿Acaso no pensó en mí?" pensaba él mientras lloraba. Lloraba porque... la depresión le había quitado su más grande amor, el hombre que amaba, el hombre por el que sonreía. Lástima que ahora ya no. Y eso lo volvía peor. Ya no sonreiría con Pete. Ya no vería la sonrisa de Pete cada vez que él sonreía. Ya no vería a su amor decirle que lo amaba. Ya no habría más recuerdos nuevos con él. Ya no habría nada más porque desgraciadamente... Pete ya no estaba ahí.

-Patrick, ya deja de torturarte. No fue tu culpa- dijo su amigo Joe acercándose a Patrick. Él lo miró destruido. Sí era su culpa, pero nadie se lo lograba decir. No era tan difícil. -Ya es hora de irnos- le dijo y Patrick no respondió. No quería irse. Quería estar con Pete. O bueno, su cuerpo. Quería que esto fuese un maldito sueño y levantarse y mirar a Pete a su lado, abrazarlo y recordarle cuando lo amaba. Pero desgraciadamente no lo era.


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-¿Cómo puedes estar feliz? ¿Es acaso eso posible?- preguntó Elisa, su mejor amiga. Era la persona más sincera del Universo y por eso Patrick recurría a ella siempre. Y esa misma pregunta se hacía él siempre. ¿Cómo podía seguir sin su amor? Había pasado un mes ya y no resistía. Sentía que no tenía ningún sentido alguno su existencia. Sólo quería dormir. Porque allí estaba Pete. Cada noche lo veía. Su sonrisa, aquella hermosa y perfecta hilera de dientes que la formaban. Esos ojos miel. Y parecía tan real. Pero esto no era bueno. Porque se levantaba triste, golpeado por la maldita realidad de que era un simple sueño y que no volvería a ver a su amor. Pero eso lo hacía feliz, saber que aunque sea lo veía en sus sueños.
-Realmente, no lo sé. Verlo en mis sueños me mantiene, pero el día que no lo haga no sé qué será de mí- dijo él. Elisa lo abrazó. Quería poder hacerlo feliz, hacerlo sentir bien. Patrick era el amor de su vida. Ella había estado enamorada de él desde hace años. Pero jamás se lo había confesado. Y no planeaba hacerlo.
-Debes disfrutarlo mientras puedas- dijo ella y Patrick no lo entendió.
Aquella noche Patrick no podía dormir. Realmente quería dormir, realmente quería ver a Pete y abrazarlo, de alguna forma. Miró hacia la pared, la pared donde había encontrado al amor de su vida. No se había mudado, no quería hacerlo tampoco. Allí estaba lleno de recuerdos. Joe y Andy le habían dicho que debía alejarse de ese lugar, que debía dejar el pasado pero Patrick no los había escuchado. Cada lugar era un hermoso recuerdo y no dejaría ir aquel lugar. Se acercó al borde de su cama, justo del lado donde estaba Pete. Vio ese lugar por minutos. No supo cuantos, pero lo miró un largo tiempo. Observó el suelo, allí había algo blanco. Dudó. ¿Cómo no lo había visto antes? Se acercó y vio que era... una carta. En el sobre había un "Lo siento" grande y con la letra que le había escrito tantas cartas, la letra de Pete. Abrió aquel sobre y vio un papel.
Comenzó a leer y allí estaba, el último recuerdo de Pete.


"Y espero que triunfes en aquello que tanto buscbas, espero que seas el mejor cantante y seas muy famoso. Que enamores a tantas chicas como me enamoraste a mí sólo con tu hermosa voz".

Y allí Patrick comenzó a llorar. Había perdido a su amor por aquel estúpido viaje, aquel viaje tan inútil. Porque desgraciadamente aquel "productor" no lo era, sólo le había dado puras falsas esperanzas. Y la pagó muy caro, perdió al amor de su vida. Lloró el resto de la carta. No había sido justo que su amor se haya ido. No lo era. Esto era una maldita injusticia.

No deseaba vivir más así.


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*5 años después*


Allí estaba Patrick, hoy se cumplían 5 años de la muerte de Pete.
-¿Estas bien?- preguntó, su actual esposa, Elisa. Él asintió. Había pasado tiempo, pero no lo lograba superar. Sentía aquel dolor en el pecho siempre que recordaba a su amor. Las cosas habían cambiado tanto desde que leyó esa carta. Se había intentado suicidar. Estuvo en rehabilitación por su bajo peso y su intento de suicidio. Patrick casi no comía en esos momentos. A los meses salió. Elisa le había confesado que lo amaba. Esa noche se habían besado. Luego de ese beso, hubieron otros. Hasta que lo hicieron. Patrick recordó cada momento de su primera vez con Pete, pero no dijo nada. Al año se casaron. Patrick quería mucho a Elisa, pero no tanto como había amado a Pete. Pero lo hizo porque quería salir adelante. Pete en su carta le había pedido que siguiera su vida, que se enamorara otra vez, que se casara y fuera feliz. Y así hizo. Meses después Elisa le confesó a Patrick que estaba embarazada y ese fue uno de los días más felices de su vida. El niño fue un hermoso varon al que él llamó "Lewis" en honor a su amado, sólo que Elisa no lo sabía. Aquel hermoso niño hoy tenía 2 años, casi 3. Y Elisa, ella estaba más hermosa que antes con ahora un gran vientre. Estaba esperando otro bebé. Esta vez sería una linda niña. Y estaba ansioso de ya tenerla en sus brazos.

-¿Nos vamos?- le dijo a su esposa. Ella asintió. Él tomó su mano y salieron de aquel cementerio. Dio una última mirada a aquella tumba y finalmente, se fueron. Subió al auto, cargado de cosas. Le abrió la puerta a su mujer y luego, subió él. Miró al asiento trasero donde se encontraba su niño, Lewis y le sonrió. Arrancó el auto y miró por última vez la ciudad.

"Nuevo hogar, allí vamos" dijo para sí mismo y sonrió. Pete estaría orgulloso de él.

It's like a dark paradise | Peterick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora