IV

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No apartaré mi vista de ti, así podrás darme todo tu amor.

Exactamente a pasado una semana desde que ninguno de los dos extraños se ha visto.

La vida de ambos se ha vuelto tan rutinaria, monótona.

El verano ha llegado a su fin, dando paso al otoño. Ninguno de los dos sabe el momento exacto en el que se dieron por vencidos de alguna vez tener la oportunidad de cruzar miradas y dejar de ser indiferentes al amor que sienten el uno por el otro.

El primero en darse por vencido tal vez fue Sehun o tal vez fue Luhan.

Ninguno lo sabrá nunca.

Es en una de esas tardes ventosas de otoño, en donde el viento juega con las hojas secas produciendo que caigan en demasía sobre el asfalto gris del paradero para luego hacerlas bailar delicadamente al compás de sonidos sigilosos. Esa tarde, las nubes se extienden por todo el cielo; son nubes grisáceas, parece que el cielo se caerá a pedazos. Todo indica que esa tarde lloverá, lo ha dicho quien pronostica el tiempo. Cerca de las 5:30 p. m. y pese a que la lluvia caerá en la ciudad Luhan sale de la universidad apresurado por alcanzar el bus y llegar a casa.


Hoy la suerte para Sehun parece estar de su lado, todo ha marchado bastante bien en lo que va del día tanto así que lo han dejado salir antes de la universidad.

Camina sin prisa alguna, cuando su vista a lo lejos parece captar a un chico de menuda estatura con la cabellera castaña entre la pequeña multitud. Entonces, comienza a correr con la esperanza de abordar el bus antes que todos para entablar una conversación con el joven que sus ojos siempre habían buscado inconscientemente.

Ambos suben al bus.

Luhan ocupa su lugar de costumbre; el asiento del lado izquierdo dejando vacío el del lado derecho.

La mirada avellana de ambos se encuentra.

Entonces un Luhan tímido hace una pequeña inclinación indicando permiso. Sehun al ser de los primeros en llegar, arriesgado, decide ocupar el asiento vacío.

Ahora ambos están sentados uno junto al otro jugando a regalar sonrisas tímidas, hasta que finalmente uno de ellos decide romper ese esquema y se atreve a hablar:

—¿Cuál es tu nombre? —pronuncia Sehun en un susurro, casi inaudible para su acompañante.

—Luuuu- han y ¿el tuyo? —responde con el corazón acelerado y las manos temblorosas.

—Mucho gusto Luhan. Mi nombre es Oh, Oh Sehun —contesta emocionado.

—¡Ohhh! tu nombre es bonito —indica Lu con un notorio rubor en sus mejillas.

Después de aquella pequeña conversación ninguno volvió a decir nada. Durante el trayecto el viento enmudeció y dio inicio a lo que parecía ser una fría llovizna y con eso un Luhan cansado comenzó a cabecear. Entonces, el rubio a su lado en una fina sonrisa le ofreció su hombro, donde Luhan podría cerrar los ojos despreocupado por si el sueño finalmente lo vencía.

El milagro que ambos anhelaban que les sucediera desde hace meses, esa tarde sin pensarlo demasiado se hizo realidad.

Ese día, en el mundo una nueva historia de amor estaba más que dispuesta de comenzar a escribirse y todo lo que lo que sus bocas aún no se atrevía a pronunciar, se podía percibir en el sentimiento que reflejaban el brillo de sus ojos. 

Fin.

De miradas entrecruzadas 🌹~HUNHAN~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora