Capítulo 1 Londres, 17 de Agosto de 2009
–¡Es imposible! ¡No llego a fin de mes! –se quejó Elva desde la puerta del salón. Estaba contando un puñado de billetes que sujetaba en la mano, pero por más que contaba y recontaba, el dinero nunca llegaba a multiplicarse.
–¿Ha llamado alguien por lo del anuncio? –preguntó Nicole optimista.
–Sí, han llamado un par de personas para venir a verlo mañana. Un tal Claudio y… ¿Carol, quizás? Tenía un extraño acento, obviamente no era inglesa –contestó algo distraída Elva, su compañera de piso y amiga.
Nicole la miró impasible. Para ella todo el mundo tenía un acento extraño y difícil de identificar, empezando por ella misma, que era de Connecticut. Se levantó del viejo sofá y cogió la chaqueta negra impermeable que descansaba sobre el respaldo.
–Bien. Me voy ya. Sospecho que será una noche eterna –dijo mientras escuchaba las quejas que provenían de la cocina.
–¿Eterna? ¿Dos puñeteras horas por veinticinco libras? –se mofó Elva–. ¡Ya podría tener yo un trabajo tan duro! –dijo alargando con énfasis las vocales.
–¡Tú no entras a trabajar a las doce de la noche, Elva! ¡Ni te pasas ocho horas en una oficina y luego toda la noche bailando! –trató de protestar, pero ella de nuevo la interrumpió.
–Sí, sí, vale, lo que tú digas. No quiero que me des detalles. Creo que no podría soportarlo.
–¡Bailamos! –protestó Nicole cansada de la misma broma de siempre–. ¡Te lo he dicho un millón de veces, solo bailamos!
–Claro, claro. De doce a dos. ¿Qué otra cosa si no? –concluyó maliciosa.
Nicole le indicó con un gesto que eso no quedaría así y salió por la puerta, molesta de que una vez más, su compañera hubiera pronunciado la última palabra.
Nicole había conocido a Elva hacía casi dos años en ese mismo piso y aun podía recordar la primera impresión que le causó nada más verla. Elva tenía por aquel entonces el pelo largo y decolorado hasta formar un arco iris capilar, y el labio tan agujereado con pendientes que Nicole temía que su boca empezara a soltar líquido como un aspersor cada vez que tomaran un trago. Por suerte, la imagen de su compañera se había dulcificado en esos dos años y ahora lucía el cabello muy corto y de un color uniforme: un intenso fucsia brillante que resaltaba sus bonitos ojos azules. Los agujeros seguían estando ahí, aunque sin duda había salido ganando con el cambio. Pero Elva había demostrado ser una bellísima persona y una mejor amiga, a pesar de su aspecto poco común y de las continuas críticas hacia Nicole, cuya forma de vivir no terminaba de convencer a la hedonista Elva.
Y es que Nicole vivía por y para su trabajo. A sus veinticuatro años, había conseguido un puesto nada más acabar la carrera como redactora en Belle Femme, una exclusiva revista “para mujeres” con la que no compartía en absoluto su estilo de vida. Por las noches sacaba algún dinero extra bailando en Dream Paradise, un club que había reforzado la mala imagen que Nicole siempre había tenido de los hombres. Y no, tampoco se enorgullecía de ese trabajo a pesar de que únicamente fuera bailarina –como solía recordarle a Elva–, pero lo cierto es que nunca hizo en el club nada de lo que tuviera que avergonzarse. Nadie sabía su nombre ni se molestaban en descubrir quién era la chica de cobrizos rizos descontrolados que bailaba sobre el escenario. Sin embargo, Elva disfrutaba poniendo en duda la moralidad del trabajo de su amiga, quizá para olvidarse de que el suyo como cajera de supermercado no era mucho mejor.
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Mañana será otro día
RomanceHistoria de amor, desamor, convivencia en un país extranjero, y sobre todo, mucha diversión!