Te fuiste. Yo te creí cuando me prometiste que te ibas a quedar, igual te fuiste. Me quedaron cosas sin decirte, y ya no tiene sentido que las diga, no estás. Debería escribirlas en un papel, y después prenderlo fuego. Una vez escuché que las palabras que se queman ya no duelen tanto. ¡Lástima! Cuando te fuiste, te llevaste mis ganas de escribir.