🌹; 04 • Final

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Miércoles 4 de abril, 2001 - 6:00 am

Cuando Harry entró a la “escena del crimen” su mundo terminó de derrumbarse por completo.
Sin importarle los gritos por parte de los otros aurores ni los intentos de éstos por agarrarlo, se acercó lo más que pudo al cuerpo inerte del platinado. Con cuidado se arrodilló junto a él y estiró una de sus manos hacia el lacio cabello del difunto, apartándolo de su rostro.

Uno de los aurores le hizo una seña a sus compañeros, indicándoles que salgan un momento.

── Lo sentimos tanto por él y por ti, Harry. ──dijo Smith antes de abandonar la habitación.

Esas palabras fueron realmente dolorosas. Draco y él no eran nada. No fueron nada. ¿Por qué estar triste entonces? Pero a Harry no le salía muy bien eso de esconder sus sentimientos en una caja y lanzarlos en lo profundo de su corazón.

Con delicadeza acarició la mejilla del ahora más pálido muchacho, con la esperanza de que abriera los ojos y le dijera que todo había sido una cruel broma, como para revivir su antigua rivalidad.
Y él, sin importarle la maldad de todo aquello, lo besaría y le diría que no se preocupara, que ya no tenía por qué sufrir por las rosas porque lo amaba, por más tarde que fuera.

Luna y Hermione le contaron de qué se trataba todo, y Potter se había enfurecido. Con Luna por no haberle contado, con Draco por ser tan imbécil y consigo mismo por no haber ido a buscarlo antes.
Aunque luego se enteró de que Luna había hecho un jodido Juramento Inquebrantable que no se rompió hasta que Malfoy murió.

── ¿Por qué no me dijiste? ──le preguntó al cadáver, como si éste fuera a responderle── ¡¿Por qué?! Podríamos haberlo hablado, podríamos haber hecho tantas cosas. . .

Pero Harry reflexionó ¿él habría querido hablar con Malfoy? Se limpió el rostro, alejando los pensamientos de su cabeza. Se había puesto a llorar sin darse cuenta, lo cual empeoró cuando distinguió el sobre entre los pliegues de las sábanas.

Tenía su nombre y el de Draco, era blanco con algunas decoraciones simples, nada especial.
El moreno lo abrió y ante su verde mirada apareció lo que parecía ser un poema en francés.

Lo reconoció, era la canción que Draco había cantado en el teatro. Advirtió pequeñas manchas de sangre en el papel, pero no le importó en absoluto.

Conjuró un hechizo de traducción, sintiéndose un inútil. Ni siquiera leer las palabras de alguien que lo había amado febrilmente hasta el punto de morir por ello podía.

Y entonces, el ex Gryffindor terminó de comprender por qué Draco odiaba tanto las rosas.

Ellas habían sido las que cavaron su tumba y escribieron su nombre en una cruz desde el principio. A pesar de todo el dolor que eso le provocaba, nunca se atrevió por miedo. Miedo al rechazo.

Harry tomó el papel, sin importarle que pueda ser posible evidencia, lo metió en el sobre y se lo guardó en el bolsillo, para luego salir de la habitación limpiándose los últimos restos de lágrimas que le quedaban en el rostro.

FIN

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lmao escuchencla, es la carta y la canción de Draco

Je dors sur des roses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora