cielo

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Estaba recostado en el verde césped de la casa de mi vecina, ya había oscurecido, las estrellas casi no se veian, la luna, que debería estar en todo su esplendor, se veía triste y grisácea, al contrario de las luces de esta ajetreada ciudad que independiente de si era de día o noche, no dejaban de brillar. Mi familia no notaba que cada tarde pasaba horas acostado en la casa de al frente, sabían que amaba las estrellas, pero la que más admiraba, la que me mantenía despierto por las noches, repentinamente ya no estaba.

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