Sin prestar mucha atención a lo extrañamente parecido que era todo esa "historia infantil" con la época donde aún era el príncipe heredero de Xian Le, Xie Lian decidió no continuar leyendo el relato, mientras abrazaba el abdomen de su amado Sang Lang, quien estaba sentado sobre su regazo tomando una tierna apariencia de niño impaciente por la lectura que no era retomada.
- Vamos ge ge, quiero saber que pasa después. - Pidió con su tono de infante que era un tanto mimado, hizo un puchero resentido y Xie Lian se derritió ante la adorable vista. - Por favor... - Rogó.
¿Cómo podría Xie Lian negarse ante una petición así?
Dando una inhalada fuerte, continuó narrando por donde se había quedado.
"¿A dónde nos dirigimos?" Preguntó el príncipe valiente al observar la ventana y darse cuenta que no era el camino que los llevaría al reino de Yong An.
El conductor dejó ver una media sonrisa.
-"Es un atajo, su alteza".
Los guardias imperiales habían quedado muy atrás, pero aún se podía escuchar a la lejanía los trotes de los caballos.
"Este atajo no me parece seguro... deberíamos regresar al camino principal ahora que apenas nos adentramos".
Aún cuando le dio aquella orden, el conductor hizo caso omiso a sus palabras y aumentó la velocidad del carruaje, dejando a los guardias muy atrás.
El príncipe valiente comenzó a dudar e impacientarse.
" ¿A dónde me llevas? ¡Te dije que pares el carruaje!" Mas su voz parecía no tener efecto alguno y sus palabras fueron acalladas por los fuertes relinches de los animales, los gritos de sus guardias llamándole desde la lejanía y las risas maniáticas por parte del que dirigía su carruaje.
El pequeño príncipe tembló en su sitio.
¿Qué sería lo mejor en una situación como esa?Sintiendo su corazón latir con desenfreno y sin otra opción en mente, decidió saltar del vehículo en movimiento, pero su plan se vio totalmente interrumpido cuando el movimiento cesó abruptamente.
Perdiendo el equilibrio, cayó pesadamente sobre el asiento, golpeando su cabeza contra el colchón.
"Auch..."
Se quedó sentado sin moverse ni un ápice, aún con la adrenalina recorriéndolo de pies a cabeza.
Una parte de sí mismo quería bajar y huir despavorido.
Pero no; no dejaría que nada de lo que hubiese allá afuera lo asustase.Tomó su espada y la desenvainó, apuntando directamente hacia la puerta.
Esperó y esperó por un par de minutos, hasta que la puerta se movió con fuerza provocándole un sobresalto.
Sus manos temblaban y la espada entre ellas también, su rostro reflejaba la angustia que en esos momentos le envolvía.
En su mente se repetía el mantra de la pureza de alma, rebobinando nuevamente una vez lo hubiese dicho por completo.
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Caperucita blanca.
Fanfiction- ¿Estás seguro que esta es la versión correcta de la historia, Sang Lang? Hua Cheng tosió un par de veces, intentando ocultar una enorme sonrisa plasmada en su rostro. - Al menos la mejor versión, ge ge.