Ladrones de corazones.

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Cuentan que los ladrones de corazones son criaturas invisibles que viven entre nosotros desde los inicios del mundo. Aparecen cuando menos te lo esperas, cuando estás hundido y no hay casi nada que te consuele. Cuando llorar es lo único que se hace soportable.

Dicen que se pueden materializar en cualquier cosa. Un sentimiento, una situación... Una persona.

Es difícil distinguirlos, pues se presentan como algo que puede hacerte feliz, alguien o algo más, pero con una chispa que les diferencia.

Los ladrones de corazones son grandes consuelos al principio. Te sacan del hoyo en el que estás y curan tus heridas.

Pero un día sientes que ya no es igual que ayer.

Los ladrones de corazones empiezan a cambiar. Empiezan a provocarte incertidumbres, miedos y pesadillas. Y vuelves a caer a un pozo aún más profundo que el anterior, o quizá uno sin fondo. Te sientes defraudada, estúpida e incluso inútil. Todo se vuelves oscuro. Y vuelves a llorar todos los días, todas las noches.

Y en una de esas, en la que la luna está brillando más que de costumbre... El ladrón de corazones hace su última, si tienes suerte, aparición en tu vida.

Una mano, invisible a los ojos de cualquiera pero presente en tu mente, horrible, se acerca a tu pecho. Sientes cómo el frío contacto de esa piel con tu piel va adentrándose en tu interior... Cada vez más cerca de tu corazón. Tus ojos miran a la nada. Cuando lo alcanza, lo apreta y lo arranca de tu pecho con un solo movimiento. Tu respiración se corta.

Supongo que, en aquel momento, cuando me despedí de mi propio ladrón, fue el principio del fin. El principio de esto. De mi putrefacción, de mi muerte. De las lágrimas de mi cerebro, pues ya no había corazón que pudiese llorar.

lágrimas del cerebroWhere stories live. Discover now