mi padre suele enfadarse con facilidad cuando tiene que esperarnos un poco más de la cuenta para salir de casa. una vez dijo:
"qué poco me gusta esperar, y me paso la vida haciéndolo"
y él no se dió cuenta, pero yo cerré los ojos y respiré profundo, sus palabras retumbando en las paredes de mi cerebro.
esa era mi realidad: me acostaba por las noches esperando que nunca llegase la mañana, y cuando llegaba, esperaba impaciente hasta que llegase el momento de volver a la cama.
y no me gusta nada, no, esperar. pero sin embargo, espero constantemente que esto llegue en algún punto, a su fin.