Alban

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Siempre la veía cuando llegaba a la escuela, la campaña sonaba y un ejército de estudiantes se dirigía a clase. Estaba ahí, alejándose de su casillero, con la brisa haciendo danzar su cabello liso y largo. Cada vez que la veía me desconectada del mundo y admiraba la belleza en completo estado de pureza, era como estar en frente de Afrodita, me tenía encadenado. Pero no me aceptaría, cómo podría aquella angelical persona fijarse en un arapiento como yo, su padre nunca aceptaría ni siquiera que le hablara.

No sabía cómo demonios iba a lograr que se fijará en mi, y eso me tenía muy deprimido, íbamos en la misma clase pero no podía concentrarme, se veía tan bella a la luz del sol por la ventana, sus anteojos hacían que el brillo de sus ojos me distrajera de tal forma que esos últimos años casi reprobaba. La miraba y me perdía en la belleza de sus ojos, su pelo y sus mejillas acolchonadas como malvavisco... Ah... era tan tierna...

Era tan linda, su piel suave se notaba a plena vista, se veía más suave que el algodón o la seda. Era tan visible la suavidad de su piel, era un completo ángel, le faltaban sólo las alas, una aureola y un vestido blanco.

Escuchar su risa o su voz era escuchar la sinfonía del paraíso en la tierra, era tan bella. Un ser tan angelical no se fijaría en mi, un chico que tiene que trabajar además de estudiar, un chico que sólo puede comer sopa en tres minutos solo porque no tiene ni para pagar una manzana.

Hubiera deseado que la vida no hubiese sido tan difícil, todo en esos días me costaba, incluso mirarla sin llorar.

Amor de ricos y pobres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora