Historia de un adolescente

Capitulo 5

Bajo las escaleras, abrió la puerta y decidió ir a tomar un café a una cafetería que andaba a unos quince metros más allá, abrió la puerta, y pidió un descafeinado.

Mientras lo tomaba reflexionaba a cerca de la información que el anciano jean le acababa de contar.

El sabía que su madre culpaba a su padre de haberse arruinado, pero hoy había descubierto que eso no era cierto, habían sido los dos, que mediante rampas conseguían ganar dinero, y la última anécdota a la que se había referido su anfitrión.

Le dijo que el crupier del casino se parecía extremadamente a él.

Su imaginación empezó a volar cuando se dio cuenta de que hacía ya 4 minutos que había terminado el café por completo, se levanto, pago, y volvió a montar en su coche.

Iría hacia su nuevo destino al día próximo, hoy, estaba cansado y no tenía fuerzas para seguir, además el coche andaba casi sin gasolina y tendría que pasar por casa a coger algo de dinero, sabía que era arriesgado volver allí pero no disponía de un capital como para estar más de 4 días fuera de casa, y si la situación lo requería, debería de hacerlo.

Llego a acaso de Juan, comió, y se acostó, a la mañana siguiente haría unas cuantas tareas, echaría gasolina al coche de la que una a la casa de su padre, y podría rumbo a su siguiente destino.

A la mitad de la noche, se despertó sangrando, no por la nariz, si no por un brazo, la ventana estaba abierta, y el la había dejado cerrada el día anterior. Se levanto, fue al baño y e su antebrazo, leyó, escrito mediante cortes, "cuidado". Algo no iba bien, enseguida supo quien había ido el causante de aquel aviso.

Lo que no atendía es como en vez de atarle solamente se dedico a hacerle cortes. Tampoco entendía como podía no haberse dado cuenta, hasta que al volver a la habitación vio un sobre de pastillas tranquilizadoras y somníferas.

Pero ¿por qué no lo había matado?

Ya se ocuparía de ello antes, e casa de Juan tampoco iba a estar seguro, además pondría Juan en peligro, y este, no se lo merecería.

Hizo su maletita, le dejo una nota a su amigo explicándole la situación y lo que debía hacer, cogió el coche y fue hasta el hotel que había, al fondo de la calle.

Pidió una habitación para aquella noche. Después ya vería donde dormiría.

A la mañana siguiente se levanto, monto en el coche, y se dirigió a la gasolinera. Al llegar, y verter la gasolina en el coche se dio cuenta de que el suelo estaba encharcado, al agacharse percibió el gran olor a gasolina que desprendía, y supo por la forma que ese charco no se había formado por sí solo, ¿quién sería tan estúpido como para tirar semejante cantidad de gasolina al suelo?

Lo dejo de lado, pago y se marcho.

Lo que no vieron sus ojos fue una mecha que caía desde el cielo hasta parar al lugar exacto donde estaba el charco, y hace un segundo, su coche y su vida, lo que si vio, fue una gasolinera volar por los aires con una explosión descomunal a escasos metros de donde el ahora se encontraba.

Le habían seguido, y habían atentado contra su vida.

Por el retrovisor vio un Porsche 911 GT3rs que se aproximaba a una velocidad inimaginable, y el volante un hombre ataviado de negro con la cara tapada por un pasamontañas. Era él, el asesino.

Pero no estaba solo, en una mano tenía el volante, en la otra el fusil de asalto M4 carbine automática, se disparaba en su posición.

Piso el acelerador, y observo como su Lamborghini pasaba de cero a cien kilometro en tres coma dos segundos, y enfilo la carretera principal a una velocidad de unos ciento cincuenta kilómetros hora y aumentando. Su perseguidor reacio a perderlo de vista acelero su súper deportivo hasta colocarlo detrás del suyo. Raúl gira a la derecha por una calle estrecha, y sigue a gran velocidad.

Al Porsche no le dio tiempo a ello y se paso la curva.

Raúl, con los nervios a flor de piel hecho hacia delante y decidió alejarse rápidamente, dirigirse a casa de su padre, coger el dinero y marcharse en un tiempo record, no podía pararse a mirar si estaba bien o no.