Capitulo 3

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¿Por qué no?

Alojarse en la habitación bacía de su mejor amigo podría serle de gran utilidad, solo sería un día, y estaba seguro de que no le permitiría quedarse en la calle además si le contaba lo que sabía a lo mejor podría ayudarle a resolver el misterio.

Quería la sangre de aquel encapuchado costase lo que costase.

Llamo al timbre. Una puerta de ébano chirrió al abrirse y hay estaba Juan, con esa inmensa sonrisa que se le antojaba indestructible.

- hola Raúl ¿qué te trae por aquí? - con voz bondadosa, Juan le insto a entrar en casa.

- hola Juan, necesito asilo un par de días, ¿te acuerdas de cuando asesinaron a mi madre? Bueno pues ayer me fui a investigar a su casa, y había un muerto y esta foto, además, me encontré con el asesino pero no conseguí verle la cara, quiero llegar al fondo de este asunto, pero mato a mi padre, y no es seguro quedarme en mi casa.-

Aunque Raúl lo contara con tranquilidad pasmosa, no pudo evitar derrumbarse, cayó sobre el pecho caliente de Juan, su amigo, y este le consoló.

No podía hacer nada más que ayudarle.

- Quédate el tiempo que necesites, y no dudes en pedirme ayuda en cualquier cosa que necesites.-

Raúl, agradecido, le dedicó una sonrisa y s encamino al cuarto donde tantas veces durmieron juntos cuando eran pequeños, la casa era una capa espaciosa, el suelo era una única pieza de madera, las paredes, por las paredes se transmitía la calefacción, y el diseñador que contrato dejo una casa de película, sin embargo e aquella habitación seguía estando aquella cama, donde perdió la virginidad, a la vez que las ganas de ser niño.

No volvió a saber nada mas de ella en cuanto este, le conto lo de su madre, supuso que se espantaría por la historia, ahora mismo eso no le importaba.

Se tumbo en la cama sin desvestirse. Al día siguiente empezaría la búsqueda y necesitaba estar bien descansado.

Despertó tarde, eran las nueve y cinco minutos cuando la voz ronca de Juan llamaba al otro lado de la puerta. Se levanto, tomo con cierta desgana el café con leche que este le daba, y volvió a subir a su choche.

Juan le dijo que le esperaría, así que Raúl, puso rumbo, a su siguiente destino. La Toulouse.

Historia de un adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora