|•Maldita•|

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23 de Junio

Serena abrió sus ojos una vez más volviendo a mirar el techo de aquella habitación blanca, con pesadez se dispuso a sentarse sobre la cama mirando hacia la puerta de la habitación que le pertenecía en aquel hospital, por alguna razón, aún no le daban el alta, se suponía que se la darían el día anterior, pero eso no pasó.

Serena quitó las sábanas descubriendo su cuerpo y bajó sus piernas al suelo tocándolo con sus pies descalzos.

—Es extraño... —Susurró sintiendo el frío del suelo pero un cosquilleo recorría sus piernas —debían darme el alta ayer ¿no?

No saldrás de esas paredes Serena giró su cabeza a todas direcciones buscando a la dueña de esa voz, la voz que con anterioridad había escuchado —conocerás lo que es el dolor, conocerás lo que es morir poco a poco, perderás tu voluntad, tu voz, tu libertad.

—¿De qué me hablas? —Preguntó Serena sintiendo su corazón acelerarse mientras su estómago estaba revolviéndose haciéndola sentir náuseas.

Tú me mataste primero, yo te mataré ahora... Susurró la voz con cierto tono indescifrable.

—¿¡De qué rayos estás hablando!? —Preguntó alterada levantándose de golpe de la cama pero la fuerza en sus piernas se esfumó y cayó al suelo de rodillas —¿Qué...? —Musitó desconcertada mirando sus piernas mientras sus manos se colocaban sobre ellas sintiéndolas adormecidas —¡¿Pero qué...?! —Formuló entrecortada debido al miedo.

Tu jamás debiste nacer la voz la escuchó tan cerca que lo que hizo fue levantar su rostro de golpe hacia arriba llegando ver parada frente a ella a una mujer de cabellos negros y ojos violetas —tú no debías nacer... —aquellas palabras, simplemente no las lograba entender, nada de lo que decía o de lo que estaba haciéndole.

—¿Por qué no debí nacer? —Se atrevió a preguntar Serena con cierto temor, aquella mujer de pronto ablando su mirada fría solo para observarla con cierto lamento.

Porque... No logró terminar ya que desapareció frente a ella, Serena parpadeo varias veces y giró su rostro a la puerta viendo cómo está era abierta por Darien quien al verla en el suelo corrió a su dirección mientras detrás de él, Ikuko y Kenji entraron rápidamente.

—¿Qué ha pasado, Serena? —Le preguntó Darien agachándose a su altura y tomándola con suavidad de los brazos —¿Puedes pararte? —Con lentitud, Serena movió su cabeza en signo de negación.

—Se me durmieron las piernas —dijo en apenas un tono audible, como si estuviera pensando algo más, como si su mente se desconectara del alrededor.

—¿Qué ocurre, hija?- Le preguntó Ikuko, pero Serena seguía con la mirada perdida sin intención de levantarse, su rostro no mostraba algún sentimiento o padecimiento, como si estuviera en otro sitio.

—No saldré de estas cuatro paredes —musitó como diciéndoselo más a ella misma que a los presentes, quienes la miraron con cierta preocupación.

—Serena, hija, todo está bien, ¿va? —la llamó Ikuko nerviosa colocándose de cuclillas junto a Darien tocando la mano de la rubia.

—Maldita... —Murmuró con su mirada aún pérdida —esa es la palabra, estoy maldita...

—¡Serena! —Exclamó Ikuko alarmada tomándola por los hombros y sacudiéndola logrando que devolviera su atención a ella.

—¿Mamá? —Cuestionó la joven confundida para después mirar a su padre parado tras su madre y después a Darien —yo...

—Serena, cariño ¿qué sucedió? —Le preguntó Ikuko con sus ojos llorosos, la rubia agachó su mirada y mordió su labio.

—Vamos, debes descansar un poco —dijo Darien tomándola en brazos para sentarla en la cama.

—Hija, hablaremos con Chiba y vendremos, ¿esta bien? —Le preguntó Kenji a su hija quien asintió en silencio, los tres salieron de la habitación a lo que Serena volvió su mirada a sus piernas.

—Voy a morir —dijo a secas, sin una pizca de miedo o enojo, ni siquiera desconcierto —la pregunta es "¿por qué?" —susurró colocando su mano derecha sobre su pecho en el área del corazón.

[...]

Kenji e Ikuko se encontraban frente a Darien en el corredor, las amigas de la rubia acababan de llegar y escuchaban en silencio los cuestionamientos de ambos padres hacia el joven.

—¿Qué fue eso, Darien? —Le preguntó Ikuko intentando obtener una respuesta —comenzó a decir todas esas cosas para si misma, que no va a salir del hospital, que está maldita ¿¡qué rayos paso!? —Preguntó terminando por alterarse.

—No sabría explicarlo, señora Tsukino —dijo apenado el pelinegro —deberé consultar con mis colegas, pero... —El joven dirigió su mirada a la puerta de su novia —desde mi perspectiva, no tiene lógica, podría ser un estado de shock, conmoción, pero no se puede saber.

—Chiba —el mencionado volteó a ver a Kenji quien le miraba con seriedad —por favor, encuentren que pasa.

—Me retiraré —contestó el pelinegro y rápidamente se dirigió en dirección a la recepción.

—Señor y señora Tsukino —llamó Rei a los adultos acercándose con las demás.

—Lo lamento, chicas —habló Ikuko con una sonrisa algo agotada —le harán unos estudios más, aún no le darán el alta.

—¿Podemos...? —Musitó Mina a lo que Ikuko les asintió, las chicas se dirigieron a la habitación de la rubia.

[...]

Serena miraba sus manos con atención mientras jugaba con sus dedos, escuchó como la puerta fue abriéndose pero no alzo su mirada.

—¡Ey! ¿cómo estás? —Habló de pronto Mina acercándose a la cama, todas notaron como la joven no se había molestado en mirarlas.

—No estoy bien —contestó secamente cerrando sus ojos con tranquilidad.

—¿Te duele acaso algo? ¿quieres que vaya por el médico? —Preguntó Amy acercándose a la cama, pero Serena movió su cabeza en signo de negación.

—No lo necesito, más bien... —Elevó su mirada hacia todas ellas —lo que sea que me está pasando, no lo lograrán curar.

—¿De qué hablas? —Le preguntó Haruka desconcertada al igual que las demás, una sonrisa se dibujo en sus labios, no era una sonrisa de alegría o tristeza, era una sonrisa vacía.

—Ni si quiera yo lo sé —respondió Serena devolviendo su mirada a sus manos que estaban entrelazadas —pero pronto me enteraré de ello... me enteraré de todo y seguro, podré explicárselos —dijo devolviendo su mirada a ellas haciendo que un silencio sepulcral reinará en la habitación.

[...]

El Último Suspiro De La Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora