Tiró de su cabello. No quería hacerlo, pero no la soportaba más.
- No puedo - se dio la vuelta y la miró. Tan pequeña, tan orgullosa -. No puedo... Me he cansado.
- ¿Quieres que me vaya?
- ¿Eh?
- Que si quieres que me vaya.
- Es que yo... -. Sus ojos apenas y estaban humedecidos. ¿Por qué estaba tan serena?, ¿acaso no le dolía?.
- Esta bien -. Le sonrió mientras le tomaba la barbilla, lo analizó y luego dio un paso atrás - Sabía que pasaría, ya lo había pensado, ya me había estado preparando.
- Lo siento -. Soltó un suspiro - Yo... De verdad, lo siento.
- Estaré bien - Parecía decirlo para convencerse ella misma. Le regaló otra mirada, de esas que sólo ella podía darle, otra sonrisa, de esas que solo aparecían para él. Quiso abrazarla, pero no pudo, sólo la veía. Metió las manos en sus bolsillos aún mirándola. Ella recogió sus zapatos del suelo y luego sin mas se dio la vuelta y caminó hacia la salida. Delicada, sencilla. Tomó con su mano la perilla y se quedó allí. Supo que se estaba derrumbando justo en ese momento, pero ella no iba a demostrárselo. Vaciló un momento y al fin abrió la puerta. Con un leve suspiro y un movimiento de caderas, estuvo fuera de su casa. Esa casa que habían construidos juntos, donde habían vivido juntos. Después de tanto tiempo supo que ella tenía razón, que ella nunca fue para él ni él para ella.
A. Casanova.
