Luca se encontraba de pie en medio de una plaza viendo el ir y venir de la gente. Los pequeños puestos de madera con su venta de bebidas y comida, las personas en pareja o en familia disfrutaban del día soleado, un grupo de niños jugando a atrapadas. Había humedad en el aire, probablemente aportación de algún lago o rio cercano, mientras que los arboles proveían de sombra dejando que unos vividos rayos de sol se colasen entre sus copas e hicieran brillar el empedrado.
El día era cálido y Gian se dejaba llevar por la paz que sentía en ese momento. Un sutil aroma a cítricos inundó su nariz impregnándolo de energía. De inmediato se giró para buscar el origen de ese delicioso aroma. Sus ojos buscaban con avidez para dar con la fuente de aquel perfume a cítricos. Frente a él el aroma se volvía más claro de identificar y caminó en esa dirección. Las personas le abrían paso dejando el camino libre, de pronto una voz cálida llamó su nombre con alegría.
– ¡GianLu!
Él se detuvo de inmediato mirando a la joven frente suyo. La chica sonrió y corrió hacia él no dándole tiempo a reaccionar abrazándolo con firmeza y cariño.
Luca estaba sorprendido por aquel abrazo, pero de apoco su sorpresa se convirtió en tranquilidad y en deseo por corresponder el abrazo. No lo dudó más y rodeo con sus brazos el cuerpo de la joven.
– Te he extrañado tanto. – Dijo Luca escondiendo su nariz en el cabello de la chica aspirando el rico aroma a cítricos. – ¿Dónde has estado? – Preguntaba con los ojos cerrados dejándose llevar por un remolino de sentimientos. – ¿Por qué no podía encontrarte? Te he buscado por tanto tiempo.
– Aquí estoy ahora. – Respondió ella con voz suave.
Luca no quería soltarla, simplemente no podía. Se aferraba a la chica como si fuera lo único verdadero que existía. La calidez y paz que su cuerpo irradiaba nunca la había sentido, y ese exquisito aroma a limones lo tenían hechizado, embelesado.
De repente el viento sopló frio Luca abrió los ojos y se encontró solo en medio de la plaza, el sol se había ido y una luz opaca iluminaba todo en gris. La gente, los vendedores y los niños habían desaparecido. Y la chica ahora se encontraba lejos de él.
– ¡Espera! – Gritaba Gian. – No te vayas.
La joven no se movía, pero por más que él corriera para acercarse no podía sortear la distancia entre los dos.
Sobresaltado, Gian despertó en medio de la madrugada con la frente perlada de sudor como si en verdad hubiera emprendido una carrera para alcanzar a alguien. Miró el reloj en su móvil, las 3:30 am. Aun faltaban horas para iniciar el día.
Lo que quedó de la noche lo pasó dormitando y dando vueltas en la cama sin lograr dormir de nuevo. Al amanecer se vistió con ropa deportiva y salió a correr un poco. Con auriculares y su paso a trote, no dejaba de pensar.
– Ese sueño otra vez. ¿Qué significa? – Un kilometro extra se agregaba a su rutina. – De seguir así tendré que visitar a un terapeuta.
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Lejos de ahí, en una oficina de Recursos humanos una joven se encontraba en la última entrevista donde le darían una buena, o mala, noticia.
– Bien, técnicamente el empleo es tuyo.
Las palabras del amable jefe de RR.HH. hicieron sonreír a la chica.
– Solo hay un inconveniente.
Ok, la sonrisa no duro mucho.
– ¿Qué tipo de inconveniente? – Preguntó ella algo nerviosa.
– Tendías que mudarte, el empleo no es aquí.
¿Por qué las postulaciones de empleo nunca mostraban la dirección real del trabajo? En fin, eso era lo de menos, este empleo en verdad le interesaba.
– No importa, me mudaré de ser necesario. – Respondió ya tranquila con la sonrisa de vuelta.
– De acuerdo. – Dijo el entrevistador poniéndose de pie, seguido de la chica. – Felicidades, el puesto es suyo.
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Unconventional
RomanceHay personas que parecen ángeles, y no por su aspecto físico, sino por su personalidad. Uno simplemente cae rendido a sus encantos y despiertan en nosotros sentimientos que creíamos inexistentes, aunque no siempre esos sentimientos que provocan se d...